Morena se quiebra por dentro en las primeras elecciones de la era AMLO
Mientras lees esto hay dos estados del país que están buscando a sus nuevos gobernadores. Se trata de Puebla, el gran reino del huachicoleo, y Baja California, el histórico sitio panista. En ambos, los candidatos morenistas arrastran escándalos, acusaciones y se mueven día a día entre actos de campaña mientras el partido guinda se destruye por dentro para sostener sus candidaturas.
No ha habido paz dentro de Morena después de la victoria contundente que celebraron en julio pasado. Con apenas cuatro años de edad, el partido de izquierda prácticamente desgarró el poder del PRI, del PAN y del PRD. Ahora con la presidencial, el control mayor en ambas cámaras legislativas y cinco gubernaturas, parecería que todo sería cómodo en las elecciones 2019.
En Baja California está como candidato un empresario, llamado Jaime Bonilla. Los morenistas norteños están furiosos por la designación, ya que este elemento no tiene la trascendencia necesaria, aseguran, y recientemente se dio a conocer que con su doble nacionalidad apoyó durante años al partido republicano estadounidense y a Donald Trump.
Los guindas locales empujaron desde un inicio a Jaime Veloz, quien ahora encabeza la candidatura del PRD.
Este claro desgarre en el partido de izquierda en el norte del país podría torcer la confianza que mantiene Morena en Baja California. Según las encuestas, Bonilla está prácticamente ganando la elección que se celebrará en unas semanas, pero los conflictos internos y la popularidad de Veloz podrían hacer que el perredismo resucite y gane la plaza bajacaliforniana. Este sería un golpe letal para Morena, quienes están necesitados de victorias en el norte.
La batalla de Puebla
No es el único caso. El morenismo poblano está totalmente roto entre la predilección por dos personajes locales: Miguel Barbosa y Alejandro Armenta. Este último ha presionado fuerte para tumbar la decisión del partido de repetir a Barbosa en la candidatura poblana, después de jurar que se operó un fraude electoral en su contra. El conflicto ha escalado a amenazas de muerte.
Armenta no desiste en su intención por ser el nuevo gobernador poblano. Todos sus esfuerzos legales mantienen contra las cuerdas a la líder de Morena, Yeidckol Polevnsky. Una decisión del tribunal electoral obliga a la mujer más poderosa del partido guinda a comprobar cómo es que Barbosa fue elegido nuevamente como candidato. Ella asegura que a través de una encuesta, mientras que Armenta asegura que fue una imposición.
Este quiebre del morenismo deja ver las prácticas más comunes del PRD y el PRI (partidos que prácticamente dieron origen a Morena). Barbosa es experredista y Armenta expriista. Con sus equipos bien estructurados detrás, ambos están reviviendo los jaloneos que vivieron sus anteriores partidos durante décadas. En Baja California sucede lo mismo, con el pasado priista de Jaime Veloz.
Todo esto nos deja en claro que el partido más poderoso de México no es el más sólido. Pasaron apenas cuatro meses desde que accedieron al poder y ya están fracturados internamente. Este tipo de lesiones llevaron a la quiebra al PRD, un partido que ya analiza desde un cambio de nombre hasta la desaparición total. Lo mismo le está pasando al PAN, la segunda fuerza nacional que no logra sanar sus luchas internas y ahora mismo está bastante bajo en las encuestas para recuperar Puebla y Baja, sus dos plazas históricas.