Los Chalecos Amarillos del Reino Unido
En símil al movimiento surgido hace unos meses en Francia, los británicos tienen su propia versión de los Chalecos Amarillos cómo se les conoce en Francia, sin embargo, no luchan por lo mismo. Los Chalecos de Francia luchan por las alzas en los carburantes mientras que los del Reino Unido por un Brexit duro y con mensajes xenófobos.
Chalecos Amarillos a la británica.
El pasado sábado 5 de enero cuando menos unas cien personas vestidas con chalecos amarillos realizaron protestas en la capital británica y otras ciudades del Reino Unido. Londres, Sheffiel, Manchester y Newport fueron bloqueadas en sus arterias principales. Desde hace unas semanas la versión británica de los Chalecos Amarillos ha venido ganando fuerza.
Los británicos intentan imitar a los franceses, quienes con los chalecos amarillos que es obligatorio portar en los autos por seguridad, protestan contra las alzas a los combustibles. Sin embargo, en el Reino Unido buscan otra cosa, buscan que el Brexit se dé sin acuerdo alguno, mejor conocido como «Brexit duro».
Califican a la primera ministra Teresa May de ser una traidora por haber negociado la salida del Reino Unido con Bruselas. El acuerdo mantendría ligado al archipiélago con Europa aún después del rompimiento. A esto le suman un toque xenófobo, islamofobia y antisemitismo impulsado por grupos de ultraderecha que aprovechan la coyuntura.
Uno de los principales grupos en intervenir en el movimiento es la Liga de Defensa Inglesa (EDL por sus siglas en inglés). De filiación ultraderechista, busca «combatir» a los inmigrantes y extranjeros ante una supuesta invasión. Los Chalecos Amarillos británicos se apropiaron de su lema «No surrender» en alusión a la supuesta lucha que emprenden.
Protestas cada vez más violentas.
Las protestas emprendidas el pasado 5 de enero en el Reino Unido terminaron con decenas de arrestados. Los manifestantes habían atacado con bombas de humo la residencia oficial de la primera ministra Theresa May.
Uno de los actos más representativos del odio que impera dentro de las protestas fue el grabado por James Goddard. El activista se grabó a si mismo mientras gritaba «Si quieren guerra, les daremos guerra. ¡Vamos a ir a la puta guerra!». Goddard hacía referencia a los políticos y a políticas emprendidas en años recientes.
Y es que Goddard es seguidor de nada más y nada menos que Tommy Robinson, el fundador del EDL. El activista es simpatizante de Donald Trump y cree fervientemente que el Islam es una ideología política más que una religión y que esta, aboga por la muerte.
Vamos a obligar a la clase política del Reino Unido a escucharnos y tomar nota de lo que estamos diciendo.
Goddard llega al extremo de asegurar que todos los atentados terroristas que han ocurrido en el Reino Unido han sido encubiertos por las autoridades británica con el fin de «proteger a musulmanes poderosos». Goddard dice que los Chalecos Amarillos británicos tienen como objetivo luchar contra «la corrección política, el marxismo cultural y otras políticas forzadas a la población».
Agreden a parlamentaria en público.
Los Chalecos Amarillos se han visto envueltos en la polémica tras atacar a la legisladora conservadora Anna Soubry. Ella está a favor de otro referéndum y en contra de la salida del Reino Unido de la Unión Europea. Lo anterior le ha costado ser insultada y agredida en público por los Chalecos quienes la acusan de traidora y enemiga del pueblo. Los insultos han llegado al grado de acusarla de nazi, mentirosa y escoria humana.
La parlamentaria pidió a las autoridades intervenir contra la escalada de violencia por parte de los manifestantes. De igual manera 55 legisladores se sumaron al llamado y pidieron al Alto Comisionado de Scotland Yard mejorar su respuesta ante los insultos de la ultraderecha. En la misiva expresaron a Scotland Yard su preocupación por el deterioro de la seguridad y el orden público.
Tanto de la derecha como de la izquierda.
A pesar de que popularmente se relaciona a este tipo de comportamientos con la ultraderecha, el caso británico es particular, pues también hay miembros de la izquierda radical. El movimiento absorbe a toda la gente inconforme con las políticas liberales emprendidas en años recientes, y eso incluye a gente de extremos opuestos.
El profesor de ciencias políticas de la London School of Economics, Bart Cammaerts, quien recientemente ha estudiado el fenómeno de los Chalecos Amarillos en Europa, respondió en entrevista para Proceso las razones detrás del nacimiento de los Chalecos Amarillos.
Muchas personas sienten que el sistema democrático liberal es fallido. Las principales preocupaciones de este nuevo movimiento son compartidas en muchos países. Los Chalecos Amarillos son un símbolo anticapitalista muy fácilmente identificable, un poco como la máscara de Guy Fawkes.
Sin embargo, la principal característica que hace tan maleable a los Chalecos Amarillos para los grupos extremistas es la falta de una estructura de liderazgo apunta Cammaerts. No cuentan con demandas claras o específicas y cuando las tienen, son en demasía. No hay nada que las respalde, es una simple oposición a algo.
Hace que sea muy fácil que tanto la extrema derecha como grupos fascistas y también de izquierda radical utilicen estos movimientos como vehículo de protesta y rechazo.
Los grupos nacen de un sentimiento de rechazo y descontento con las élites en el poder. Esta actitud conocida como «antiestablishment» se dan usualmente cuando crece la percepción de que las élites políticas y empresariales se encuentran completamente alienadas de la realidad. Básicamente se percibe que estas se enriquecen, que la desigualdad crece y que la población sufre. Es un sentimiento de indignación finaliza Cammaerts.
¿Brexit duro o nuevo referéndum?
El pasado martes 15 de enero el Parlamento del Reino Unido votó en contra de un acuerdo para facilitar la salida del país de la Unión Europea. Con 432 votos en contra y 202 a favor, esta es la peor derrota en el parlamento para un primer ministro en la historia moderna.
La primera ministra Theresa May se comprometió a elaborar un acuerdo alternativo antes del 29 de marzo, fecha límite para la salida del país europeo de la Unión. Los líderes de la Unión Europea lamentaron el hecho y aseguraron que esto incrementa el riesgo de una salida desordenada del Reino Unido.