El desabasto ya le pega a Uber y taxistas, dos enemigos declarados
En ciertos estados del país hay personas que duermen dentro de sus vehículos para acceder a una gasolinera activa. No hay pipas de gas suficientes para atender la demanda derivada de la guerra contra el huachicoleo. El presidente mexicano ha llamado a la paciencia y promete restablecer el flujo de hidrocarburos, sin dar una fecha precisa.
Después de algunas semanas con el desabasto, el sector del transporte está sudando frío. Acostumbrados a acceder a cualquier gasolinera y llenar sus tanques con gasolina, las filas y el desabasto no juegan a su favor. Transportes como las unidades tradicionales de taxi en ciertos estados del país y los vehículos que prestan su servicio a Uber están contra las cuerdas ante la escasez (incluso la policía estatal).
En estados como Hidalgo, Guanajuato o Michoacán, conseguir un Uber o un taxi es una tarea titánica. Las pocas unidades que mantienen sus tanques llenos están bastante ocupadas o están alterando sus precios regulares bajo la excusa de la escasez. López Obrador arrancó hace más de una semana una estrategia para frenar los saqueos masivos a los ductos de Pemex, la gran petrolera nacional.
Si bien varias personas ya decidieron mantener sus vehículos en casa y usar el transporte pública para continuar su vida laboral o social, para los transportistas, taxistas y choferes de Uber esta opción es totalmente inválida. Sus salarios dependen de sus servicios al volante, por lo que la escasez los ha obligado a trasladarse a municipios alejados de las capitales afectadas y a hacer una llamada nacional para clamar auxilio.
“Respecto al cambio en la estrategia de distribución de combustible por el cual se han visto afectadas algunas ciudades del bajío en las que Uber opera, externamos que, si bien el cierre temporal de algunas gasolineras puede afectar la demanda de vehículos disponibles, estamos trabajando para que los socios conductores no vean afectadas sus ganancias”, comenta la empresa de transporte privado tan peleada con los taxis tradicionales.
Y este es el otro gran problema. Dentro de los afectados por la escasez están dos enemigos declarados: los taxistas y los choferes de Uber. Ante la amenaza de la que ciudadanía pueda bloquear calles, salir a marchar o generar paros laborales ante la falta de gasolina, el sector transportista no parece unirse ante esta crisis de movilidad automotríz. Sus constantes conflictos por acaparar el mercado de usuarios los mantiene distanciados.
La problemática de gasolina también afecta a los ciudadanos. Muchos de ellos, en sus empresas, están acostumbrados a recurrir a servicios de taxi o Uber para regresar a casa después de la jornada laboral. Ahora que se arrecia el desabasto, parece ser que no hay tantas unidades disponibles para la demanda de traslados terrestres. Lo cierto es que lo que empezó como una estrategia severa en contra de los huachicoleros es ahora una crisis de movilidad en algunos estados.
Para aminorar las quejas, Uber ha declarado que no piensa alterar los precios de ningún viaje por el tema del desabasto gasolinero. Para esta empresa nacida en California en 2009, se entiende que la demanda suba en esta época y, al igual que el presidente, pide paciencia a los usuarios al momento de elegir un servicio a través de su app. En algunos estados del bajío, los taxis tradicionales, quienes imponen sus precios, ya están solicitando cargos extra por el tema del combustible.
El desabasto ya está por cumplir tres semanas en un país sumido en una crisis energética y poseedor de la petrolera más endeudada del mundo. En Pemex ya hay militares dentro resguardando el flujo de gasolinas y parece ser que después del servicio de transporte de personas se vendría un problema en otro sector clave para la vida mexicana: el alimentario. Las autoridades en el tema ya exigen una fecha al presidente antes de que explote una escasez alimentaria. En Morena prometen avanzar con firmeza para tundir los robos de gasolina, «el tiempo que sea necesario».