La quiebra del PRD es culpa de López Obrador, dicen los afectados
Han pasado años desde que el partido amarillo estuvo cerca de alcanzar la presidencial. En los noventas, la fuerza de izquierda lograba convocar a masas para defenderse de las políticas del PRI. Ahora mismo el perredismo no podría ni llenar una plaza después de años de conflictos internos, crisis políticas, enemistades, traiciones y pérdida de votantes. Lo poco que queda del PRD asegura que todo se fue para abajo cuando renunció López Obrador.
El perredismo mexicano está tan lleno de parches que no tiene forma definida. Nadie ha querido competir para ser el presidente nacional de un partido sumido en una crisis económica, con apenas 2.8% de los votos nacionales y cero personajes de confianza dentro de su estructura. Solamente conservan un gobernador de 32 y en el senado apenas tienen cinco representantes. Pero aseguran que seguirán vivos.
El factor Graco-Silvano-Mancera
Una de las corrientes más activas dentro del partido amarillo, Nueva Izquierda, promete que van a resistir su peor crisis en treinta años. La idea es lograr unir a las fuerzas internas y dejar en claro a sus pocos militantes de que han cambiado. Buena parte de los daños podrían apuntar directamente a las administraciones de Miguel Mancera, Graco Ramírez o Silvano Aureoles, incluso su alianza letal con el PAN, pero ellos afirman que el golpe más grande fue la renuncia de López Obrador.
Recordemos que los amarillos ganaon la elección presidencial en 2006. El PRD estaba llamado a ser el gran partido de la alternancia, después de décadas del PRI en el poder y de un sexenio panista plagado de inactividades. Varios actores electorales de la época confirman que Felipe Calderón llegó al poder gracias a un fraude electoral para cerrarle el paso a López Obrador. Después de esa derrota, el tabasqueño repitió con el perredismo en 2012, perdiendo ante la avanzada priista de Peña Nieto.
La renuncia de Obrador para crear su propio partido fue un golpe tremendo para una fuerza política de izquierda que recargó todas sus intenciones en un solo hombre, aceptan. Jesús Ortega y Jesús Zambrano batallan para conseguir apoyos y permanecer como partido a pesar de ser la séptima fuerza política nacional. Mientras todos los dan por muertos, los perredistas aún compiten para las elecciones 2019 sin encabezar ninguna encuesta. Mientras tanto, aseguran que el hoy presidente fue el arquitecto de la derrota hace años.
El Pacto por México, la gran fractura
El tabasqueño quebró con el perredismo justo después de perder la elección de 2012. La decisión que enfureció al ahora presidente para crear su propio partido fue el apoyo del PRD al Pacto por México, un proyecto neoliberal diseñado por Luis Videgaray. “Se fueron del lado del priista Enrique Peña Nieto y aprobaron que el gobierno federal siga aplicando la política antipopular en México”, dijo AMLO. Justo ahí fue cuando intentaron retenerlo en el partido, pero Morena estaba por nacer dos años después.
La historia de este quiebre todos la conocemos. Mientras el tabasqueño lidera el primer gobierno de izquierda en México (con más de 30 millones de votos), los perredistas están aún recibiendo los golpes electorales del 2018. Los chuchos continúan acusando a Obrador de quebrar al partido y debilitarlo por completo para las elecciones del año pasado.
Los perredistas que quedan vivos aseguran que la figura del tabasqueño fue la de un caudillo y que su partida dividió a la militancia, que rápidamente huyó con él. Pero poco se habla de su entrega de la última candidatura presidencial a un panista, Ricardo Anaya, dueño de la campaña más triste y menos popular de los últimos años para el PAN y el PRD. A pocas semanas de las elecciones en Puebla y Baja California, los amarillos podrían perder el registro en más estados.