Los jóvenes de Haití marchan para tumbar a su presidente
A diferencia de otras regiones, en latinoamérica no es sorprendente ver a futbolistas, cómicos o cantantes convertidos en autoridades políticas. Para Haití, la nación más empobrecida de todo el continente americano, su nuevo presidente no tiene ni una sola idea de cómo hacer política. Jovenel Moïse es un fuerte empresario del sector bananero caribeño y con ese historial se lanzó por la presidencial hasta conseguirla.
Los jóvenes haitianos, principalmente, han salido a las calles a exigirle que abandone el poder de una isla del caribe golpeada por la pobreza y un fuerte sismo que se llevó miles de vidas hace ocho años. La cifra de muertos rebasó los 300,000 y desde ese entonces el pequeño país no ha podido restablecer su economía. La principal crítica a Moïse es precisamente esa: no se ha trabajado para mejorar la situación de Haití, solamente se han atendido a las empresas.
El panorama político americano está tan lleno de polémica que la atención de lo que está pasando en Haití ha pasado a un tercer plano. Entre los berrinches de Donald Trump, la guerra por la defensa del petróleo en México y la fuerte tensión político en una Venezuela con dos presidentes, la situación violenta y represiva en la pequeña isla caribeña no ha generado eco a nivel internacional. Va más de una semana de marchas diarias y fuerte actividad policiaca para retener a los jóvenes haitianos protestantes.
El choque entre fuerzas del orden y ciudadanos ya reporta al menos siete muertos y decenas de haitianos heridos. El presidente Jovenel se ha mantenido recluido sin posibilidad de generar una solución inmediata. Solamente cuando el conflicto fue mencionado por algunos medios internacionales, el empresario-político salió a ofrecer un diálogo con sus opositores. La respuesta fue contundente: no habrá ningún acuerdo hasta que renuncie a la presidencia.
El conflicto escaló al punto de solicitar la renuncia inmediata después de años en una crisis petrolera y energética que tienen a Haití sumida en la pobreza. El 50% de sus ciudadanos sobrevive con poco más de 2 dólares al día (alrededor de 30 pesos mexicanos) y las acciones del gobierno se han concentrado en levantar empresas o conglomerados antes que en apoyar a la sociedad más golpeada por el sismo del 2010 y los problemas sociales que derivaron.
Moïse lleva dos años al frente del gobierno haitiano y apenas ha tenido contactos o acercamientos con la población. Su administración ha dejado en claro que el empresario bananero tienen una visión enfocada en acuerdos internacionales. Uno de los casos que más han enfurecido a la juventud haitiana es el programa de Petrocaribe (un modelo de venta de petróleo venezolanos a precios bajos para Haití). Ahí mismo se han encontrado irregularidades en donde está enredada una empresa que dirigió Moïse en el pasado.
El gran músculo de estas protestas son los jóvenes. De repente, Haití se llenó de niños, adolescentes y personas de menos de 25 años, son prácticamente el 50% de la población local y están organizándose como nunca antes en una isla sumida en crisis económica y social desde hace siglos. Aseguran que van a acorralar al presidente hasta que presente su renuncia inmediata, sin posibilidad de acuerdos o diálogos. Moïse se ha lanzado contra los protestantes jóvenes, tachándolos de “pandillas armadas y traficantes de drogas”.
Lo que empezó como pequeñas protestas es ahora un boicot total al gobierno. Se han cerrado escuelas, hospitales, tiendas, negocios y bancos, todo por temor a que la violencia en las calles llegue a destrozar estos sectores. El único plan del gobierno ha sido reprimir con toda la fuerza policiaca a los manifestantes que a diario están tomando las calles hasta sanar la vida en Haití, en donde los jóvenes se topan con pared para encontrar empleo.
Mira toda la información en esta nota de El País.