Rebelde, pero justa; así es Olga Sánchez Cordero | BREAKING

Rebelde, pero justa; así es Olga Sánchez Cordero

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En su labor como jurista, Olga Sánchez Cordero se ha distinguido por ser una mujer rebelde, pero justa. Defensora de los Derechos Humanos, madre de tres hijos, feminista, pareja por más de 45 años y comprometida con el servicio público por más de 40, así es la mujer que podría dirigir los asuntos internos del país.

Luego de que Andrés Manuel López Obrador, candidato de la coalición Juntos Haremos Historia a la Presidencia de la República, diera a conocer a Olga como la posible titular de la Secretaría de Gobernación (Segob) durante su mandato, la polémica no se hizo esperar y puso a Sánchez en el ojo del huracán.

Abogada de profesión, Olga Sánchez nació en la Ciudad de México en 1947, estudió Derecho en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), para después continuar sus estudios en la University College of Swansea en Inglaterra. Asimismo, recibió el grado doctora Honoris Causa por la Universidad Autónoma de Morelos y por la Universidad Autónoma de Nuevo León.

El pasado rebelde de Olga

Corría mediados de la década de los sesenta, cuando Olga inició su etapa como universitaria, por lo que fue fiel testigo del movimiento estudiantil más grande del país. El 9 de febrero de 1968, Olga marchó junto al ex rector, Javier Barrios Sierra en defensa de los Derechos Universitarios y continuó apoyando el movimiento hasta sus últimas consecuencias.

En entrevista para Excelsior TV en 2014, Olga confesó ser simpatizante del movimiento hippie, haber usado minifalda y saber que las libertades que ahora disfrutamos como la de expresión, la sexual y hasta la de ver las películas que queremos costó mucha sangre a su generación.

Con 70 años de edad, Olga pertenece a la generación de idealistas que lucharon por cambiar al mundo, filosofía con la que continuó comulgando luego de terminar su carrera.

Yo recuerdo muchos eventos en este sentido, pero es algo muy importante en que México fue uno antes del 68 y otro después del 68. El gobierno se dio cuenta de que no podía más seguir controlando la prensa, la televisión, el cine, las telenovelas, los escritos, los poemas y las publicaciones«, expresó Sánchez.

Empoderamiento femenino

Para la ex ministra, el rímel y el labial son dos armas poderosas para cualquier mujer, no en el sentido de alimentar su vanidad, sino en el de elevar su autoestima.

Considerada por la Revista Forbes como una de las 50 mujeres más poderosas en México, su filosofía de vida se basa en la siguiente frase: «yo puedo y yo voy a llegar«, considerando el valor de una mujer por sí misma, alejada de todos los estándares que la sociedad le impone, incluso el de verse siempre bonita.

Para la también catedrática de la materia de Sociología General y Jurídica desde 1975 en la UNAM, arreglarse cada mañana no es un requisito que le imponga la sociedad, sino una forma de alentarse y sentirse a gusto con ella misma.

Confianza en las instituciones

Durante su trayectoria, Olga ha colaborado en la impartición de justicia desde un punto de vista muy liberal, siendo una progresista con un enfoque feminista que siempre tomó en consideración los Derechos Humanos.

Por su trabajo en en el respeto a la pluralidad, la cultura, el trabajo, la vida y la libertad, la ex ministra fue nominada en varias ocasiones a la Presidencia de la Suprema Corte, aunque nunca se pudo concretar dicho mandato.

En reciente entrevista para Radio Fórmula, la abogada, señaló que aceptó colaborar con el candidato de izquierda porque confía plenamente en su respeto por las instituciones, por ello quiso formar parte de su plan de trabajo.

De acuerdo con la plática al medio antes citado, Sánchez Cordero le dio la oportunidad a Andrés Manuel porque fue muy convincente al exponer su visión de institucionalidad y de respeto a los poderes.

Así, acostumbrada a ser una mujer que marca pauta, pues fue la novena en ocupar un sillón del Tribunal Supremo y la primera en convertirse en Notaria Pública de México en 1984, Olga Sánchez Cordero espera convertirse en la primera en dirigir un órgano tan importante como la Secretaría de Gobernación, si la ciudadanía se lo permite.