Un capricho de Donald Trump tiene paralizado a su país
Parecería que el tema del muro fronterizo pasó de moda hace meses. Las intenciones del presidente de Estados Unidos por elevar una enorme barda de concreto fueron suficientes para asegurarle la presidencia, pero incluso sus electores están hartándose de un tema que cuesta demasiado, no es aplaudido ni siquiera por todo el partido republicano y ha pasado de ser un programa de gobierno a un capricho conservador.
Donald Trump se está quedando solo en su afán por cerrarle el paso a los migrantes y su última acción de gobierno ya tiene en crisis al país. Estados Unidos ha tenido un desabasto de gobierno desde diciembre pasado. El magnate ahora presidente decidió parar el gobierno yanqui hasta que los demócratas, que ahora controlan el congreso, le aprueben el presupuesto para un complejo muro de concreto.
Conocido como cierre de gobierno, el plan de Donald Trump mantiene sin salarios a millones de trabajadores del gobierno estadounidense. Los parques públicos permanecen cerrados, las oficinas gubernamentales no tienen actividad y los políticos más conservadores ya están hartos de un capricho colosal que de fondo tiene tintes xenófobos. El partido demócrata está aprovechando esta jugada de Trump para ganar tiempo y hacerlo ceder.
Pero si algo odia Donald Trump es perder, y más si todo el país se entera. Por lo tanto desde su equipo más cercano ya empezaron las quejas y reclamos por un cierre de gobierno que se ha extendido tanto que ya pega en la economía de la que fuera la nación más poderosa del mundo. Los demócratas no piensan negociar ni una sola parte de ese muro y el presidente se está desesperando a un mes de cerrazón.
El otro gran factor es que se vienen las elecciones federales en Estados Unidos y Trump no encuentra otro discurso para sostener su gobierno que no sea atacando a la migración. Ese repudio a los extranjeros que tanto fascinó a la américa profunda ya no llama la atención de la misma manera. Y es que el cierre de gobierno les está pegando principalmente a las clases obreras yanquis, las mismas que instalaron mediante votos al magnate en la Casa Blanca.
El partido demócrata, lleno de latinos, está profundamente convencido de que no negociar el tema del muro les dará credibilidad para competirle a Donald Trump en las elecciones 2020. Ahora que dominan el congreso, los azules tienen la misión de frenar los caprichos del magnate rubio desde el franco legislativo. Trump mantiene el cierre a pesar de que sus asesores le recuerdan que el pueblo estadounidense no olvida ese tipo de acciones drásticas. Tienen qué ceder, piensa el presidente yanqui.
El capricho está por cumplir un mes de vida y Trump ha cedido un poco al prometer que el muro ya no será de contrato, tal vez una enorme reja de acero, prometió. Aún así, los demócratas han seguido votando para negar el presupuesto que el presidente solicita, por lo que la economía ya está sintiendo los golpes del cierre de gobierno. Este último parece ser la gran consecuencia del capricho republicano, el que habrá de terminar con esa pausa interminable de funciones de gobierno.
Trump está desesperado y su silencio en redes sociales parece dejar en claro que no hay un plan alterno. Por lo tanto, o se aprueba el presupuesta del muro fronterizo o el magnate republicano cerrará aún más su administración. Pase lo que pase, los trabajadores de Estados Unidos saldrán perdiendo.