65% del presupuesto de la Comisión Nacional de los Salarios se fue a gastos personales
Una revisión a los gastos y presupuesto recibido por parte de la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos (Conasami) ha revelado que el 65% de su presupuesto, unos 39 millones 615 mil 367 pesos, sólo en 2018, está destinado a gastos personales, y sólo el 35% restante está destinado a su operación. Los datos subrayan la creciente necesidad, por parte de la administración entrante, por desaparecer a este organismo derivado de la Secretaría de Trabajo y Previsión Social.
No importa qué año sea el revisado: durante el sexenio de Enrique Peña Nieto, la Conasami recibió entre 38 y 42 millones de pesos por año, y su modo de ejercer el presupuesto fue prácticamente el mismo: alrededor del 65% se gasta en papelería, cursos de coaching, servicios de limpieza y otros gastos por el estilo, y sólo el resto para su operación.
Por ley, la Conasami es el organismo encargado de “fijar los salarios mínimos con congruencia entre lo que establece la Constitución con las condiciones económicas y sociales de México, cuidando la equidad entre los factores de la producción, así como el respeto a la dignidad del trabajador y su familia”.
En los últimos seis años, la Conasami absorbió más de 200 mdp, la mayoría fueron para servicios personales y una menor parte a gasto operativo
https://t.co/VLTbg4Ez87— Sin Embargo MX (@SinEmbargoMX) September 4, 2018
Fue creada el 21 de noviembre de 1962, cuando se reformó la fracción sexta del artículo 123 de la Constitución; en 1991, el presidente Carlos Salinas de Gortari nombró a Basilio González Núñez que desempeña el mismo cargo desde entonces: el funcionario más viejo de la burocracia mexicana.
Él es el encargado de imponer la cuota mínima que se debe pagar a los trabajadores que, de acuerdo a la última actualización, quedó en $2,686 pesos al mes; la Conasami fija esa cuota año con año, después de una sesión ordinaria, y apoyada en el reporte y los estudios sobre inflación que publica el Banco de México.
González Núñez, no obstante, gana 173 mil 620 pesos al mes. Por ese mismo salario un mexicano cualquiera tendría que trabajar casi 1500 horas. González Núñez, no obstante, se ha negado a lo largo de todos sus años como funcionario, a hacer públicos sus bienes patrimoniales.
A lo largo de toda la presente administración, las huellas de la dilapidación económica en Conasami fueron constantes; en 2013 recibió 38 millones 581 mil pesos: 30 millones se fueron a gastos personales, y el resto a “operación”; en 2014 fueron 29 millones a gastos personales, y 6 millones a operación; en 2015 fueron 32 millones al primer rubro, y 8 millones al segundo; en 2016, 31 millones al primero, y 7 millones al segundo.
La historia es prácticamente la misma a lo largo de todo el sexenio peñista. La administración entrante, sin embargo, tiene sobre la mira a la Conasami y espera poder extinguirla tan pronto como tome posesión.
El 26 de agosto pasado, Mario Delgado Carrillo, coordinador de los diputados de Morena, anunció que lanzaría la propuesta formal para desaparecer a la dependencia por su “nula eficacia, y por haber contribuido a la pérdida de poder adquisitivo de la ciudadanía”.
“Estamos proponiendo que para el año que entra nos deshagamos de la Conasami, como parte del paquete de austeridad. No tiene ningún sentido que exista este organismo”, dice; y propuso que se integre una comisión con funcionarios de la Secretaría de Hacienda, el Banco de México y representantes del sector patronal y obrero, quienes fijen el salario mínimo de ahora en adelante.
¿Pero en qué gasta la Conasami? Según la revisión a 221 contratos que realizó el medio Sin Embargo, los rubros son: “vales de despensa, botas para personal, planos arquitectónicos, cursos de ortografía y redacción básica, cursos de coaching, servicios de lavandería, servicios para la realización de programas recreativos vacacionales, cursos de control y combate, vestuarios, alimentos y uniformes”.
Incluso se han comprado cartulinas de importación con un valor de casi $10,000 pesos; también está el “diseño, organización y desarrollo del programa vacacional de verano 2013”, que costó más de 63 mil pesos, y la compra de “botas de protección”, sin que se sepa con qué fin fueron compradas, por más de 35,000 pesos.
El reportaje detalla: “en 2017, hay un contrato por 57 mil 352 pesos para la compra de vestuario para personal; 41 mil 552 pesos por el suministro de bienes perecederos y no perecederos; 37 mil 800 pesos por ‘vales de despensa y restaurante a través de tarjetas electrónicas’; 37 mil pesos para el ‘Servicio de Programa Recreativo Vacacional 2017’ y 179 mil 346 pesos por el ‘suministro de monedas y cápsulas de acrílico’”. En este último rubro, en 2018 se gastaron 132 mil pesos.
Puedes revisar el reportaje completo aquí.