Policías toda la semana y secuestradores en su día de descanso
El periodista Alejandro Almazán publicó en Vice una serie de testimonios de policías que recopiló en el 2016. En ese año él trabajaba en un documental donde buscaban que los policías les contaran todo lo que está corrupto de esta institución de justicia.
Una mujer policía, a la que llama Doble C, le confesó en sus días de descanso como policía se dedica al secuestro exprés. Ella le mostró un video donde ella le gritaba a una persona muy asustada, desde el asiento de copiloto de un taxi. La mujer le contó que: «el jefe nos pide a la semana tres mil pesos a cada uno y yo gano diez mil al mes, ¿de dónde crees que voy a sacar tanto dinero?».
Le aseguró que en la policía todo cuesta, por ejemplo, las patrullas se rentan al año y tiene un precio de 15 mil pesos. Además, cada día que un oficial use el vehículo debe pagar 300 pesos. Aseguró que rentar la patrulla significa que se va a extorsionar a los ciudadanos. Para tener una pistola y esposas se le deben dar al armero 10 y 5 pesos respectivamente.
Otro de los policías, al que identificaban como A.E., le contó que empezó su servicio en la represión de Atenco. Que la orden de su jefe, en esa época era Enrique Peña Nieto, fue «romperle la madre a la gente». Aseguró que mataron a uno de ellos a golpes y lo escondieron debajo de un camión para que nadie de prensa pudiera grabar el cadáver.
Hasta los uniformes los venden
También le dijo a Almazán que: «los antimotines somos unos perros: no nos dan de comer y no nos dejan dormir para que el día del operativo seamos unos salvajes». Contó que en una protesta sobre lo que había sucedido en Ayotzinapa, lo llevaron a él y a sus compañeros a que asistieran pretendiendo ser elementos del Estado Mayor para poder golpear a los manifestantes. Narró que en la policía también es común que se les robe la cartera a los detenidos e incluso que les siembren droga a las personas.
Otra mujer policía también contó que para ir al campo de tiro cobran 200 pesos. Aseguró que de 16 patrullas que tenían, solo servían cuatro. El dinero para gasolina se lo robaban los jefes. Los uniformes también los venden, se les exige un mínimo número de detenciones al mes, por lo que a veces tienen que arrestar a personas inocentes.
Con información de Vice.