¿Cuál es el problema con la renta de vientres en México?
Luego de que el pasado 20 de noviembre, la ex senadora y ahora Secretaría de Gobernación, Olga Sánchez Cordero propusiera regular la gestación subrogada; diversas voces opinaron que la renta de vientres en México podría representar un gran problema.
Desde usuarios en redes sociales, hasta organizaciones feministas nacionales e internacionales levantaron la voz contra la regulación de esta práctica en nuestro país, debido al riesgo que implica la cosificación de las futuras madres.
Contra la renta de vientres
Según cifras de la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) en México se realizan más de 80 mil procedimientos de reproducción asistida anualmente, siendo parte de estos, la gestación subrogada.
El organismo señaló que la realización de estas prácticas sucede en poco más de 100 establecimientos, pero de éstos sólo 52 instancias cuentan con la autorización correspondiente, lo cual hace pensar en un posible mercado negro.
Con el objetivo de eliminar este mercado y la bajo la filosofía de que “en México todos tenemos derecho a formar una familia”, indicado en el Artículo 4º de la Constitución Mexicana; Sánchez Cordero echo a andar esta iniciativa.
Con ello puso en claro la postura del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) que apuesta por regular en lugar de abolir la práctica con el objetivo de abrirla a los pacientes con infertilidad y a las parejas del mismo sexo.
Es preciso indicar que durante los primeros años de esta década, México se convirtió en una especie de paraíso para la salud reproductiva, pues casos como el de Planet Hospital, clínica ubicada en Cancún que defraudó a decenas de personas y otros, como lo sucedido en el estado de Tabasco dan fe de ello.
Según un reportaje realizado por Channel 4, desde 2012 Tabasco se convirtió en una entidad donde la práctica de la maternidad subrogada sucedía libremente, incluso para parejas extranjeras; sin embargo, ante el auge, desde 2016, el Código Civil Estatal limita la posibilidad sólo a parejas mexicanas.
Sin embargo, diversas organizaciones feministas aludieron que el alquiler de vientres podría representar un jugoso negocio para las agencias intermediarias, quienes podrían caer en la oportunidad de lucrar con la pobreza de las futuras madres.
Ante la posibilidad de que el Congreso apruebe la medida, organizaciones como Feministas Mexicanas contra Vientres de Alquiler (Femmva) y el Grupo de Información en Reproducción Elegida (GIRE) hicieron públicos sus argumentos contra la práctica.
Grupos como Femmva, califican a este recurso como “un negocio consistente en embarazar mujeres a través de técnicas de fertilización asistida, para después separar a los bebés de las madres que los gestaron, parieron y entregárselos a unos terceros a cambio de dinero. En resumen, renta de mujeres y venta de bebés”.
Por ello, desde su punto de vista atentan contra los derechos de las mujeres y de la infancia, a la vez que podría representar un terreno fértil para la trata de personas.
Riesgo a la salud y a la equidad de género
Por su parte, el Grupo de Información en Reproducción Elegida (GIRE), considera a la maternidad subrogada como una violación a los derechos humanos de las partes involucradas, tanto de las mujeres gestantes como de los padres intencionales, e incluso de los recién nacidos.
Para las activistas, el alquiler de vientres en vez de representar un derecho a la salud, constituye un grave riesgo, en el que intervienen los deseos de otros (los padres solicitantes) en la salud de la madre gestante.
Entre las desventajas que aborda la maternidad subrogada, según estas organizaciones, se encuentra:
Ayuda a perpetuar la inequidad de género
Mira al cuerpo de una mujer como una mercancía
Refuerza el estereotipo de las mujeres como fábricas de bebés
Deja de lado el verdadero papel de los cuerpos de las mujeres y el embarazo en la reproducción
Abusa de la precariedad económica y falta de oportunidades en mujeres jóvenes
Da pie a la explotación reproductiva como fuente de ingresos, obligadas por miembros de su familia o marido, como sucede en la India
Algunos contratos restringen a las futuras madres mediante prácticas que controlan su alimentación, actividad sexual y sueño
Posibilitan practicas eugenésicas, es decir, la modificación de información genética premeditada
Satisface los deseos de adultos, no de los niños como en el caso de la adopción
Abre la puerta a la clandestinidad referente a trata y tráfico de personas
Desde esta perspectiva, las organizaciones civiles, exigieron al Estado de proporcionar un trabajo digno para las mujeres, pues gestar no es un empleo, más bien podría prestarse a una forma de explotación.
Vale mencionar que recientemente, la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) resolvió a favor de una pareja yucateca del mismo sexo, a quienes un juez de Distrito negó una acta de nacimiento a su hijo, gestado por un contrato de gestación subrogada.
El organismo reconoció la voluntad procreacional de la pareja, y su derecho para acceder a los adelantos de la ciencia en materia de reproducción asistida y convertirse en padres a través de estas técnicas.
Con información de Femmva, Animal Político, La Jornada, Nación 321 y Plumas Atómicas