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Senador propone apostar a la medicina alternativa en México

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Con el boom de las legalizaciones, la impronta de nuevos comercios y con la mira puesta en profesionalizar la medicina tradicional indígena y alternativa, el senador Ángel García Yáñez propuso ante el Pleno del Senado reformar la Ley General de Salud, que incluye la enseñanza continua de estas técnicas en el ejercicio médico.

Ya en el año 2007, en las sesiones de la Comisión de Salud del Parlamento Latinoamericano celebradas en Sao Paulo, Brasil y en la República Dominicana en marzo de 2009, México presentó el documento “Hacia la construcción de una Ley Marco para medicinas tradicionales y complementarias para América Latina”. En el último evento, México a través de su Dirección de Medicina Tradicional y Desarrollo Intercultural, se comprometió ante la Comisión de Salud de Parlatino a Integrar un anteproyecto de Ley Marco en materia de medicina tradicional y medicinas complementarias, algo que, como propone el senador Yáñez, no ha sucedido.

El senador de la bancada del PRI explicó que el objetivo es fortalecer el Sistema de Salud y aprovechar un potencial de desarrollo, pues más del 80 por ciento de los mexicanos han consumido alguna infusión herbolaria, producto natural, acudido a un masaje tradicional o temazcal, o consultado a un terapeuta alternativo. El crecimiento económico de estos bienes y servicios es muy dinámico, por lo cual se debe organizar y profesionalizar para beneficio de los usuarios.

Aunada a la propuesta del senador Yáñez se encuentra la reciente autorización de 18 plantas medicinales para su consumo por parte de la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris), las cuales son: echinacea purpura, angustifolia y palida; equisetum laevigatum y arvense, conocidas como cola de caballo; ganoderma lucidum (hongo reishi); lepidium meyenii (maca); panal ginseg, passiflora incarnata; ilex paraguariensis (yerba mate); paulina cupana (guaraná); plantago psyllium y planta ovata; también, silybum marianum (cardio mariano); smilax aristolochiifolia (zarzaparrilla); uncaria tomentosa (uña de gato); valeriana officinalis, y eleutherococcus senticosus (ginseng siberiano).

La Organización Mundial de la Salud (OMS), reconoce que la medicina tradicional y alternativa, ha contribuido enormemente al bienestar de la población, y en México la Secretaría de Salud publicó la Farmacopea Herbolaria de los Estados Unidos Mexicanos (FHEUM), que de 2011 a la fecha cuenta con 11 ediciones; y es que en estados como los del sureste mexicano, el acceso a una clínica o centro médico resulta complejo o imposible, de ahí la relevancia de certificar las actividades médicas conocidas como “alternativas”.

En este sentido, la Secretaría de Salud del Gobierno Mexicano reconoce como medicina alternativa a cuatro grandes prácticas: la Herbolaria, que incluye plantas para la prevención, cura y terapia de enfermedades; la Homeopatía (que a México llegó en 1849 con los médicos españoles Cornelio Andrade y Ramón Cormellas), que utiliza pequeñas sustancias vegetales y minerales disueltas en agua y alcohol para producir los mismos síntomas que pretende curar; la Quiropráctica, la cual se basa en tratamientos manuales que incluyen ajustes vertebrales, manipulaciones articulares y tejidos blandos; y por último la Acupuntura, que estaba basada en la estimulación de distintos puntos del cuerpo humano a través de la inserción y manipulación de agujas metálicas esterilizadas.

El renacimiento de la medicina tradicional y alternativa es un fenómeno mundial y, pese a su gran riqueza, México puede quedarse rezagado, como se ve en los anteriores acuerdos signados y que no han sido llevados a buen puerto, ya que en la actualidad las leyes mexicanas no regulan la enseñanza de éstas ancestrales prácticas, simplemente las promueven y deja la regulación y examinación a las instituciones educativas.


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