El ejército ya acampa encima de los ductos para frenar el huachicol
La guerra contra el robo de combustible ha cumplido más de un mes en México. El presidente López Obrador anunció desde los días finales del año anterior que su administración se lanzaría con todo en contra de los famosos huachicoleros que han saqueado a la gran petrolera nacional. Para destruir esta actividad criminal se planearon ataques desde dos bandos: el financiero y el territorial.
El primero está avanzando rápido, con la unidad de inteligencia financiera congelando las cuentas de los huachicoleros de cuello blanco. Pero en el caso de la defensa de los ductos de Pemex la tarea ha sido mucho más complicada. Son las fuerzas armadas mexicanas las que se han dispersado por el mapa nacional para frenar a los ladrones de combustible en prácticamente todos los ductos de la petrolera nacional. Aún con esfuerzos desde tierra, aire y mar, los huachicoleros han logrado ordeñar ductos (recordemos la tragedia en Tlahuelilpan).
Es por eso que el ejército mexicano reforzó la vigilancia de estas venas petroleras y ahora acampana encima de los ductos. La estrategia es mantener un resguardo permanente para evitar más saqueos y robos a la empresa mexicana más golpeada por el robo. La promesa del gobierno era mantener a un buen grupo de soldados en vehículos para el cuidado de los ductos, pero en las zonas más rojas del saqueo han decidido quedarse a vivir momentáneamente.
Esto está pasando en Puebla, Hidalgo y Guanajuato. Estos tres estados son los que cuentan ya con grupos criminales bien armados y estructurados para mover el engranaje de una industria de saqueos que dejó ganancias anuales por más 30,000 millones de pesos. Para no dejar de vigilar ni un minuto, varios grupos de soldados viven prácticamente encima de la tubería de Pemex, en vehículos adaptados para funcionar como casas rodantes. La idea es no descuidar ni un mínimo pedazo de terreno sensible para que los huachicoleros actúen.
López Obrador ha prometido que se ha frenado la guerra contra el narcotráfico para concentrarse en este combate al huachicol. En medio de ambas batallas están insertas las fuerzas armadas mexicanas, que no han descansado ni un solo minuto desde hace doce años de que salieron de sus cuarteles. hay áreas más sencillas para abrir un ducto, por la calidad de la tierra y por el difícil acceso vehicular. Justo ahí es en donde el ejército más vigila que no hayan más ordeñas. El gobierno asegura que se han ahorrado 4,000 millones mensuales con esta estrategia.
En caso de lograr avances tan rápidos en esta nueva guerra contra el huachicoleo, López Obrador promete una salvación de la petrolera mexicana, además de casi 50,000 millones de pesos listos para ser usados en programas sociales que ayuden a la población más pobre de México. El problema es que los huachicoleros no actúan solos. Se sabe de ayudas políticos, policiacas e incluso de personal de Pemex que han encontrado en estos robos una gran fuente de riquezas. La habilidad de los saqueadores de combustible es tanta que pueden abrir un ducto en menos de diez minutos.
Mientras los desabastos de gasolina se están reparando, el gobierno mexicano asegura que continuará con esta estrategia hasta que caigan todas las estructuras huachicoleras. Muchas de estas agrupaciones ilícitas están tan bien organizadas y armadas como los más grandes cárteles del narcotráfico mexicano. López Obrador ya retó a estos grupos y promete no ceder en el combate, sin importar las consecuencias. Los soldados estarán acampando encima de los ductos más peligrosos, esperando a capturar a la mayor cantidad de huachicoleros posibles.
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