La «policía de los aguacates» en Tancítaro logró controlar el crimen organizado
Tancítaro es la ciudad mexicana que más aguacates produce en el país. Pero el “oro verde” también ha causado problemas de inseguridad y los agricultores son blancos del crimen organizado.
Nuestro país genera 45% de los aguacates del mundo y Michoacán es la entidad es la que más cultivos tiene de este fruto: dos millones de aguacates se exportan cada año a Estados Unidos y la producción de Tancítaro es suficiente para satisfacer la demanda de California.
La primera impresión es que esa una ciudad típica cualquiera, con una plaza central, música y una iglesia. Pero si uno se fija, a la entrada del pueblo hay puestos de control donde hay hombres armados con rifles detrás de las construcciones.
Algunos de estos filtros solo tienen sacos de arena para resguardar a los hombres que vigilan, otros tienen solamente un asiento roto de un auto afuera de una vivienda, donde un anciano vigila la calle.
Los enfrentamientos entre los habitantes y el crimen organizado comenzaron en 2006, con la estrategia de la guerra contra las drogas que encabezó el entonces presidente Felipe Calderón, cuyo objetivo era terminar con los carteles de la droga.
El problema fue que los carteles se fragmentaron en distintos grupos armados y la violencia se incrementó en la entidad con los enfrentamientos de estas fracciones que querían el control del tráfico de las drogas.
Un año después de que comenzará el conflicto armado, llegaron más personas armadas a Tancítaro, recuerda el alcalde Arturo Olivera Gutiérrez.
«Empezaron a presionar a las autoridades, tomar el control de la policía y apoderarse de la población a través del miedo, muchas personas desaparecieron, comenzaron a matar, intimidaron y se apoderaron de la tierra», añade el presidente municipal.
Ni la policia estatal ni la municipal pudieron con el problema. Por eso, las comunidades decidieron armarse y garantizar la seguridad de sus ciudades. Así nacieron los grupos de autodefensa a lo largo del estado.
En lagunas ciudades estos grupos fueron tomados por el crimen organizado o el gobierno logró desmantelarlos. En Tancítaro fue diferente: los grupos de autodefensa se sumaron a los productores de aguacate y la policía municipal para trabajar en conjunto, así surgió el Cuerpo de Seguridad Pública de Tancítaro (CUSEPT).
«Los grupos de autodefensa liberaron al municipio del crimen organizado y luego, junto al gobierno, trabajamos con los productores de aguacate para reclutar policías, el primer requisito era que la fuerza estuviera compuesta por personas de este municipio», explica José Hugo Sánchez Mendoza, jefe de CUSEPT.
Esta policía está financiada por productores del aguacate, que dan una parte de sus ganancias dependiendo de las hectáreas que cultiven; el gobierno municipal también contribuye y todos los miembros reciben capacitación de las fuerzas armadas.
La fórmula sirvió para enfrentar al crimen organizado. Todos están vinculados a la siembra de aguacate y tienen mucho que perder, por lo que es más importante contribuir y trabajar en equipo. Con lo que se aporta, compran armas, chalecos antibalas y camionetas blindadas, que protegen a los elementos.
Lorena Flores tiene un terreno donde cultiva aguacates y se sumó a la CUSEPT porque estaba harta de pagar extorsiones a los grupos criminales. Después de que se conformó esta policía, dice, la vida es mucho más segura en el municipio.
Los puestos de control contribuyen a esa tranquilidad. En total, son 16 grupos comunitarios que trabajan con la policía y son los encargados de reportar cualquier actividad sospechosa. Las autoridades refieren que no llevan armas, pero al parecer las tienen ocultas, por si se ofrece.
Los productores también van armados. Chema Flores ha creado su pequeña fortuna de la siembra de aguacate, aunque en 1982 —cuando incursionó en el negocio— no se imaginó que la demanda de aguacates se desbordaría de la manera en que sucede actualmente.
La bonanza económica le trajo otros problemas, como el secuestro de su hijo cuando tenía 16 años, por el que le pidieron un millón de dólares y le regresaron al pagar 500 mil dólares. También a él lo han secuestrado dos veces
Después de lo ocurrido, Chema consiguió un permiso para portar armas y tiene también cuatro guardaespaldas con pistola que lo protegen a él y a su hijo todo el tiempo.
La “policía del aguacate”, como es conocida, permitió garantizar la seguridad de los agricultores: pro el momento se acabaron los secuestros y las extorsiones. Pero nada está seguro, sobre todo en un año que ha sido el más violento de las últimas dos décadas en todo el país.
Con información de BBC Mundo