Meade quiere convencer a 15 millones de indecisos en menos de un mes
La campaña del PRI ha cambiado objetivos y aún mantiene una esperanza general. Las encuestas diarias han mostrado a Obrador como puntero, Anaya como plata y a Meade en un cómodo tercer sitio. Pero siempre ha resaltado un número: los indecisos. Hasta el momento, podrían contabilizarse en más o menos 15 millones de votos. Meade y su equipo tienen un mes y un día para convencerlos a todos.
En las reuniones de la campaña priísta aseguran que el principal reto es pasar por encima de Ricardo Anaya. Según la última encuesta del periódico Reforma, el queretano de 49 años ha perdido millones de votos al no generar empatía con los mexicanos. Meade subió hasta el 19%, con esto se mantiene a siete puntos del segundo sitio. Con estos datos, hay pequeñas esperanzas para lograr pasarle por encima al candidato del Frente.
La tarea en el equipo que coordina Nuño y que aún defiende el presidente mexicano es la de hacerse con los votos necesarios para salvar el partido después del primero de julio. La intención claramente dejó de ser la de colocar a Antonio Meade en la silla presidencial y todo parece indicar que el PRI empieza a privilegiar un buen número de victorias en la cámara de senadores y la de diputados.
Durante dos meses, la intención de Nuño de vender a Meade como un ciudadano fracasó. Los votantes mexicanos siguen viendo a un partido cargado de corrupción, desvíos de recursos y tráficos de influencias cobijando al candidato priísta. Después de no lograr convencer a los electores inmediatos, el PRI se lanzó por mostrar a un candidato que habría de terminar con la corrupción. De nueva cuenta falló la estrategia: la imagen del priísmo continúa manchando a Meade.
Por eso mismo es que el voto indeciso les atrae. A pesar de los escándalos y las acusaciones de desvío de recursos, a los mexicanos que no saben por quién votar poco les importa el escándalo, simplemente se muestran apáticos con la política mexicana. El gran problema para Meade y su campaña es que la mayoría de este electorado vive en zonas rurales, alejadas del centro del país.
El gran poder que convoca el PRI en el centro de México no les ha bastado. Una simple mirada al Estado de México nos hará entender la convocatoria centralista del partido más antiguo de la nación. El gran problema es asegurarse votos en zonas poco sólidas para el PRI, como el norte. Ahí también se concentra gran parte del voto indeciso y apático que deben conquistar en menos de un mes.
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La estrategia de René Juárez Cisneros ha sido la de apuntar toda la fuerza a las zonas rurales para convencer a la gente más pobre de México de que el PRI es la opción ideal de aquí al 2024. Al aprobar el INE un padrón electoral que rebasa los 88 millones de votantes, el PRI tiene poco tiempo para convencer a una sexta parte de esa cifra. La intención es que por lo menos tachen la boleta a su favor para asegurar alcaldías y diputaciones.
Lo cierto es que esta es la elección más difícil para el PRI a nivel nacional. El gran cambio deriva de la desconfianza de los mexicanos hacia un partido que realizó un pésimo sexenio con Enrique Peña. Pasaron de ser el partido en el poder en 2012 a una crisis con su electorado que podría dejarlos en una posición mínima en gubernaturas, alcaldías, ambas cámaras y, claro, la presidencial.