Así es cómo las mexicanas lucharon por su derecho al voto en 1953
Hubo una época en México en que las mujeres ni siquiera contaban como personas, no eran consideradas ciudadanas mexicanas y mucho menos tenían derecho al voto.
La lucha de diferentes organizaciones feministas, la Revolución Mexicana y la presión de la ONU ayudaron a acelerar y conseguir los derechos políticos y civiles de los cuales gozan millones de mexicanas.
Fue la década de 1950, específicamente en el sexenio de Adolfo Ruiz Cortínez, cuando los cambios a la Constitución otorgaron el derecho al voto femenino en el ámbito Federal, específicamente el 17 de octubre de 1953.
La adición al artículo 34 constitucional quedó así: “Son ciudadanos de la República los varones y las mujeres que, teniendo la calidad de mexicanos, reúnan, además, los siguientes requisitos: haber cumplido 18 años, siendo casados, o 21 si no lo son, y tener un modo honesto de vivir”.
Hechos los cambios, el 3 de julio de 1955 las mujeres acudieron por primera vez a las urnas a elegir diputados federales, y aunque este fue un gran paso en el proceso de democratización del país, la realidad es que al género femenino le costó muchísimo emanciparse del yugo masculino y de la presión ejercida por sus padres y esposos.
Una lucha desde el Porfiriato
Los derechos conquistados por las mujeres a mitad del siglo XX no sucedieron por generación espontánea, los comienzos de una lucha que llega a nuestros días comenzaron en México a finales del siglo XIX, en pleno Porfiriato.
En la primera revista femenina “Las Violetas del Anáhuac” se publicó un artículo reclamando este derecho, y a partir de ahí, poco a poco se esparció la idea del sufragio femenino, y se empezaron a formar agrupaciones en pro a este derecho, como por ejemplo “Las hijas de Cuauhtémoc”.
Luego, en 1916, en plena Revolución, se realizó el primer Congreso Feminista impulsado por el gobernador de Yucatán (estado pionero en el derecho de las mujeres) y varias mujeres líderes de opinión. En ese histórico encuentro, las mujeres ahí reunidas, reclamaron igualdad, educación y ciudadanía, para construir de manera corresponsable con los hombres.
Fue Yucatán, en el año 1923, el primer estado en reconocerles el voto a las mujeres. Tres de ellas se eligieron diputadas al congreso estatal: Elvia Carrillo Puerto, Beatriz Peniche de Ponce y Raquel Dzib, y Rosa Torre G., fue electa como regidora del ayuntamiento de Mérida. Sin embargo, se vieron obligadas a dimitir sus cargos por la presión social.
Ya bien entrado el siglo XX, en 1937 Lázaro Cárdenas envió una iniciativa a la Cámara de Senadores para que las mujeres pudieran obtener la ciudadanía, y así el voto.
La iniciativa del cardenismo fue replicada por más tarde, en 1946, por el presidente Miguel Alemán, quien aprobó una iniciativa para que el artículo 115 constitucional estableciera la participación de las mujeres en las elecciones municipales, en igualdad de condiciones que los hombres.