La corrupción del PRI aún salpica al PAN y PRD, amigos del Pacto por México
Parecía completamente imposible que los mexicanos reaccionaran al unísono para sumir al priismo en una crisis irreparable. Tuvo que llegar un mexiquense que había sido gobernador a dejar en claro que la estrategia del PRI en el momento en que recuperó la presidencia no era la ayuda a los mexicanos sino el enriquecimiento masivo a costa del erario público. Esta fue la gota que derramó el vaso, señalan expertos en política mexicana. Pero el daño que generó y el descontento que generó el PRI ha salpicado a sus aliados.
Fue justo en el inicio del sexenio peñista cuando se notó la gran amistad que tendría su administración con el panismo y el perredismo. Los grupos que deberían haber formado una oposición responsable aplaudieron de inmediato toda la agenda legislativa del PRI. La primer gran acción que licuó los intereses de estos tres partidos fue el polémico Pacto por México y desde ahí a la sociedad les quedó bien claro que los tres partidos políticos más poderosos en el 2012 trabajarían bajo una misma línea.
Confiados en que la firma del acuerdo no iba a manchar su imagen a futuro, el PRD y Acción Nacional se lanzaron a las elecciones intermedias del sexenio peñista con la ilusión de conquistarlo todo. El gran tope es que el descontento que generaba el actuar de Enrique Peña empezó a salpicarlos. En las elecciones del Estado de México, Morena y el PRI se debatieron los primeros lugares. Lejos quedó el panismo y el perredismo, debilitados y poco populares. Para las presidenciales en 2018, perredistas y panistas ya no tenían músculo para actuar solos.
La creación del Frente por México dejó en claro que PRD y PAN no podían ganar los votos necesarios con candidaturas por sí solas. La alianza entre la agenda panista y perredista (izquierdista y ultraconservadora) tampoco gustó a los votantes, quienes castigaron a su candidato, Ricardo Anaya, con los peores resultados en décadas. Estos dos partidos que surgieron como alternativas para combatir al PRI fueron castigados por la sociedad al aliarse con la fuerza política tricolor en un sexenio plagado de acusaciones de corrupción.
Y no han podido salir del bache. Para miles de usuarios de redes sociales, el PAN aún forma parte de una alianza de intereses con el PRI conocida como PRIAN. Se trata de una fuerza conjunta que sí existió y que prácticamente hermanó las agendas e intenciones del partido tricolor y la fuerza conservadora. Esto pudo generar una transición cómoda entre Zedillo, Fox, Calderón y Peña Nieto devolviendo al PRI al poder ejecutivo. Los perredistas simularon distancias, pero también sucumbieron.
Fue una mañana del 2 de diciembre del 2012, en el castillo de Chapultepec, cuando estos tres partidos sellaron sus destinos políticos. Con Gustavo Madero al frente del panismo y Jesús Zambrano al frente del perredismo, las tres fuerzas políticas más sólidas del país firmaron un pacto que habría de quebrar su popularidad a los pocos años. Los mexicanos no han perdonado la disposición de estas fuerzas para aprobar en automático las reformas estructurales del priismo peñista. El gran artífice de éstas fue Luis Videgaray, un hombre que ya está retirado de la política después de los escándalos derivados del pacto.
Rápidamente quedó anclado el PRD y el PAN a la reforma educativa, a la reforma energética y otras grandes modificaciones constitucionales del gobierno de Peña Nieto. Sin saberlo, estas dos fuerzas firmaron su actual crisis ese dos de diciembre de hace casi siete años. En las elecciones del 2018, el PAN apenas acaricia el segundo lugar nacional y los perredistas sufrieron las pedradas más grandes: no ganaron nada relevante y apenas mantienen presencia en las cámaras legislativas.
El panorama a futuro tampoco les augura una resurrección. En el PRD aún se contempla un cambio de logo y nombre, mientras que los panistas no han tenido una gran presencia como oposición a Morena. Las primeras acciones de los conservadores fue defender los altos sueldos de funcionarios públicos, estar en contra de la eliminación del fuero y mantener posturas antiaborto y antilegalización, una tendencia del nuevo gobierno que entusiasma a millones de mexicanos.
Para 2021, las elecciones intermedias en México puede hundir al perredismo y panismo, quienes aún piensan avanzar como coalición. La única forma de salir del hoyo será con candidatos sólidos, que no estén ligados al escándalo y que mantengan una propuesta de gobierno distinta a Morena. Pero con renuncias masivas de sus principales líderes, no hay nombres de peso en el PAN y PRD para competirle a Morena y al PRI, su antiguo familiar.
Con información de SinEmbargo.