Ya se detectan casos de niños huachicoleros en Puebla
El huachicoleo ha penetrado a tal grado en las pequeñas poblaciones de Puebla, que ha generado un fenómeno social conocido ya como “huachicultura”, en un paralelismo directo con la llamada “narcocultura”. Ambos fenómenos agrupan conductas, tradiciones y comportamientos de las personas vinculadas con dichas actividades criminales.
En Puebla, el cuarto estado más pobre del país, una veintena de municipios se dedican al robo y comercialización de combustible que extraen ilegalmente de los ductos de Petróleos Mexicanos (Pemex). En estos municipios los campesinos se convirtieron en ladrones de combustible, las familias venden las gasolinas que almacenan en sus casas y jóvenes y niños aprenden el oficio de “halcones”.
Son los niños y jóvenes quienes administran los grupos en Facebook que venden la gasolina ilegal y que llevan al máximo su creatividad para hacer memes de las explosiones y frases huachicoleras.
Las llamadas “juventudes huachicoleras” son la prueba irrefutable de un negocio que ha llegado a lo más profundo de las familias poblanas, prueba de ello es la comunidad de Palmarito, en el municipio de Quécholac, donde los menores sirven el hidrocarburo e incluso hay testimonios de que un pequeño tuvo la idea de comprar pistolas similares a las que están en las gasolineras para agilizar la expedición del combustible.
Para los niños la violencia es normal
“Ya los chiquillos ven normal a los huachicoleros, dicen que de grandes quieren ser como ellos, ya andan armados y preparándose en Palmar del Bravo”, dijo Jazmín Avalos, habitante de la comunidad de Candelaria, Felipe Ángeles.
En redes sociales como Facebook se ofertan camionetas de juguete con sus galones a control remoto con un costo de hasta 800 pesos. Durante la pasada temporada de Día de Reyes, en enero del 2019, volvieron a verse fotografías de camioncitos huachicoleros como opciones entre los regalos para los niños poblanos.
Javier Pérez, otro de los habitantes, afirma que los niños, junto con sus madres, salen a la calle o caminos a vender la gasolina. “La gente vigila y avisa, les regalan un galón y son los mismos niños los que despachan”, señala.
Huachicol y religión
Igual que los narcotraficantes le rezan a su santo, Jesús Malverde, los ladrones de combustible a Pemex en Puebla tienen ya a su Santo Niño Huachicolero, que en estas fiestas de la Candelaria fue el atractivo principal entre los habitantes del municipio de Palmar de Bravo.
En las comunidades del Triángulo Rojo la población es católica, los huachicoleros hacen grandes aportaciones para los festejos patronales de los barrios, se ofrecen a adornar altares y pagan misas a favor de la comunidad.
Cierto es que los párrocos en las celebraciones eucarísticas de cada domingo piden a los fieles “no meterse en problemas”, no incitar a la violencia y ser un buen ejemplo para los niños.