Oaxaca, Chiapas y Michoacán: líderes mundiales en alimentos orgánicos
Existe ahora mismo un boom por comprar productos del campo alejados de los transgénicos y tanto químico que promueven naciones adictas al consumo masivo. Pero lograr generar estos productos orgánicos no es sencillo, es costoso, y pocas naciones del mundo están interesadas en generar cosechas dignas que no sean tocadas por la mano químico-industrial de la modernidad.
México ya ocupa el cuarto lugar mundial en producción de alimentos orgánicos en el mundo. El trabajo de los agricultores mexicanos y algunos programas de gobiernos enfocados en el rechazo a los transgénicos han hecho de la nación del agave un puntero internacional en materia orgánica del campo. Para entender cómo se ha logrado esto hay que mirar a tres estados clave del país en materia de tierras.
Oaxaca, Chiapas y Michoacán han generado toda una industria de alimentos orgánicos gracias a sus vastas proporciones territoriales. Estos tres estados del país concentran el múscula de la cosecha orgánica nacional, que comparten con Chihuahua y Nuevo León para ubicar a México en este presumible cuarto sitio. Los alimentos orgánicos se han impuesto en las mesas de varias naciones del mundo y los mexicanos también exigen que lo que entra en su boca no esté plagado de químicos.
La sanidad del suelo y del ecosistema que rodea a la cosecha y la siembra se ha convertido en una tarea principal para el campo oaxaqueño, chiapaneco y michoacano. Esta mirada distinta ha hecho que los mercados internacionales se interesen de sobra por lo que surja de los suelos mexicanos. En el norte de México también se comparte esta tendencia a lo orgánico, aunque con menos extensión y capacidad, por lo árido del territorio.
Más de un millón de hectáreas de suelo fértil y bien protegido han hecho de México un país clave para la producción de alimentos orgánicos.
El presidente de México, el izquierdista López Obrador, ya apostado muchos recursos del Presupuesto 2019 para incrementar el potencial nacional en este tema. El tabasqueño quiere otro millón de hectáreas para cultivar árboles frutales y maderables, con lo que promete una autosuficiencia alimentaria en poco más de un lustro. Con esto, México podría escalar este cuarto sitio, si todo sale según lo planeado y se avanza sin trabas con el campo mexicano.
Las joyas orgánicas del suelo nacional van desde el maíz, el café, el aguacate, pasando por el cártamo y el agave. Son más de 45 alimentos mexicanos que se producen con suma vigilancia para evitar pesticidas o transgénicos, una batalla que López Obrador promete institucionalizar con su llamada al alto total con el uso de transgénicos en el país. Muchos de estos productos terminan en Estados Unidos, el continente europeo y el siempre presente mercado asiático (teniendo a Japón como un país fanático de los alimentos orgánicos mexicanos).
El problema del alimento orgánico son los costos y tiempos de producción. Mientras en el mundo y en México se instalan cómodamente industrias de producción masiva de alimentos, los campos que surten de estos productos orgánicos trabajan con paciencia, fechas límite de cultivo y generar alimentos con costos mucho más elevados. Lo orgánico, recordemos, sigue siendo más caro que lo alterado químicamente, hasta 300% más costoso.