La Semarnat no tiene nada que presumir en el sexenio de Peña Nieto
Hace una semana, en conferencia de prensa llevada a cabo en la residencia oficial de Los Pinos, el secretario de Recursos Naturales y Medio Ambiente, Rafael Pacchiano Alamán, realizó su “balance del sexenio”, y aseguró que la administración que acaba fue “la más ambientalista en la historia de México”.
De acuerdo al secretario, México es país puntero en materia ambiental en toda América Latina, toda vez que nuestro país es el que cuenta con mayor número de bienes inscritos como patrimonio natural ante la Unesco: 34.
También, la superficie declarada como Área Natural Protegida sumó en esta administración 182 sitios, según Alamán, y alcanzó 91 millones de hectáreas: el triple de lo que se había tenido los últimos 100 años; el 70% de todas esas áreas son mares, y el resto, 21%, son tierras.
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— SEMARNAT México (@SEMARNAT_mx) August 8, 2018
“Todas estas acciones demuestran que esta administración ha sido la más ambientalista y que el cuidado del medio ambiente ha sido el sello de la misma; y ratifico el compromiso que hemos venido anunciando: vamos a seguir trabajando hasta el último día de esta administración para seguir materializando otros proyectos y garantizando que el patrimonio natural de los mexicanos se conserve a perpetuidad”, dijo Pacchiano.
El titular de la Semarnat aplaudió sus “logros” durante la administración, pero olvidó subrayar todas las grandes crisis ambientales que México atravesó durante su gestión. Una de las primeras y más importantes: la supervivencia de la vaquita marina, que a su vez significa la extinción del mercado negro de la totoaba.
Especialistas calculan que la población total de la vaquita marina actual es de unos 30 ejemplares. Pacchiano, no obstante, dijo que no era un fracaso para su gestión, sino todo lo contrario: “Sin duda no es un fracaso y no lo decimos nosotros, lo dicen otros especialistas que aseguran que si no se hubieran hecho estas acciones la vaquita marina se hubiera extinguido desde hace varios años”.
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La situación con la vaquita marina es delicada: el mercado negro que ha proliferado alrededor de la vejiga natatoria de la totoaba, un pez endémico mexicano, ha diversificado las actividades del crimen organizado; su caza indiscriminada provoca que las vaquitas marinas queden atrapadas en las redes perpetuas, e ilegales, que los pescadores instalan para la totoaba.
En 2015, la Agencia de Investigación Medioambiental (EIA, por sus siglas en inglés), emitió un informe en el que concluyó que: “la vaquita está al borde de la extinción y su única esperanza para sobrevivir radica en la eliminación de la pesca ilegal de la totoaba a través de un esfuerzo intenso coordinado entre México, Estados Unidos y China, el mercado principal de productos ilegales de totoaba”.
Aunque Peña Nieto instauró en 2015 el Programa de Atención Integral en el Alto Golfo de California, que pretende erradicar el mercado negro de totoaba, sin atropellar los derechos y las vidas de los pescadores, los millones que genera dicho mercado hacen que esta actividad ilegal esté lejos de terminar.
La Semarnat que dejan Peña, Pacchiano y el PVEM (Artículo) https://t.co/3YSeSZuBrk
— Aristegui Noticias (@AristeguiOnline) August 17, 2018
La proliferación de minas a cielo abierto, y la instauración de “mega proyectos” en la administración de Peña -como el caso del Nuevo Aeropuerto- y la posibilidad siempre abierta, gracias a la reforma energética, de las concesiones para la extracción de recursos no convencionales (shale) vuelven todavía más cuestionable la cantada victoria de Alamán y la Semarnat.
Respecto a los riesgos naturales del Nuevo Aeropuerto ya hemos discutido con anterioridad: los pueblos afectados anuncian un ecocidio de amplia escala si el NAICM llegara a concretarse. La destrucción del paisaje milenario de Teotihuacán, gracias a las minas a cielo abierto, amenazan no sólo la naturaleza sino toda la cultura ancestral de la región.
No podríamos olvidar el desastre natural más grande de nuestra historia, responsabilidad de Grupo México, el derrame de metales pesados en el río Sonora, gracias a la mina Buenavista del Cobre. Aunque las autoridades sabían que aquellas instalaciones no contaban con manejo de equipos tóxicos, permitieron su operación, sin cumplir ninguna clase de visita anterior al desastre.
Vamos viendo los impactos irreparables al agua por el uso de #fracking pic.twitter.com/FwLTwAEMDy
— No Fracking Mx (@NoFrackingMx) February 28, 2018
Desde la tragedia, nadie ha sido arrestado o declarado responsable. La minera simplemente pagó la multa y olvidó el tema. Todo el desastre hubiera podido ser evitado.
Otro de los grandes escándalos, y que todavía está lejos de terminar, fue la destrucción de las playas en Quintana Roo, y la proliferación del sargazo: la macroalga que en semanas recientes incrementó su arribo en playas hasta en un 40%. De acuerdo a Sandra Laso Jácome, de Greenpeace México, tal proliferación tiene que ver con la descarga de aguas residuales en el mar, entre otros factores.
Por último, y no menos importante, está el tema del agua. La potencial privatización del agua se hizo mucho más clara y plausible durante la presente administración, gracias a los acuerdos que firmó Peña Nieto, con el apoyo de la Semarnat, respecto al levantamiento de veda de casi 300 cuencas hidrológicas, que equivalen a 55% de los lagos y ríos del país.
Según especialistas, gracias a esos decretos, la privatización del agua se hizo más cercana y plausible. De modo que ni Peña ni la Semarnat tienen nada qué presumir ni festejar, al término de su administración.