La elite china paga miles de dólares en el mercado negro por este pez mexicano | BREAKING

La elite china paga miles de dólares en el mercado negro por este pez mexicano

- Por

A China y México los separan unos 13,000 kilómetros, pero una cosa los une: el comercio ilegal de Totoaba: el pez endémico mexicano, cuya pesca indiscriminada y el mercado negro alrededor de su vejiga natatoria, que cuesta unos USD$8,500 el kilo, y por ello se ha ganado el mote de ‘cocaína del mar’, está diversificando las actividades del crimen organizado y acabando con su especie, pero también con otra: la vaquita marina.

Su nombre científico es Totoaba macdonaldi, y es un pez grande, de más de dos metros y 100 kilogramos de peso; es, de hecho, la especie más grande dentro de la familia de las sciaenidae, o las curvinas, que habitan en la parte Alta del Golfo; es longevo, puede llegar a vivir más de 25 años, y para poder sumergirse sin esfuerzo muscular, esta especie cuenta con una particular vejiga, o buche.

A inicio del siglo XX se inició un importante comercio de este buche entre México y China. Llegó a ser el más importante negocio pesquero de la región, debido a una altísima demanda en el mercado chino: según su medicina tradicional, el buche de totoaba nutre el hígado, mejora la circulación, la piel y el cabello; aunque no hay evidencia científica de ello, según sus costumbres, es tan preciada, que sirve a la vez como regalo o como inversión financiera.

Este mercado llegó también a tierra estadunidense: para abastecer a las comunidades chinas de California; creció tanto, que para 1945 el comercio implicaba más de 2000 toneladas. En 1975 finalmente se prohibió su comercio, y en 1996 la especie fue declarada como en peligro de extinción por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN, por sus siglas en inglés).

Desde entonces todo comercio de totoaba y sus partes está prohibido, tanto en tierra estadunidense como mexicana; pero a partir de 2010 la demanda volvió a florecer, y de manos del crimen organizado, regresó la oferta. De acuerdo al informe Adictos al azuelo, realizado por la organización C4ADS, un pescador en 2015 afirmó que ganaba USD$8,500 por kilogramo de vejiga de totoaba, en contraste a los USD$19 que ganaba por kilo de camarón.

El informe destaca: “sólo en 2013, se estima que el comercio de totoabas alcanzó como mínimo los USD$2,25 millones, aunque una serie de registros de decomisos de totoaba que data del año 2013 sugiere que podría haber alcanzado la suma de USD$7 millones ese mismo año”.

Y un poco más adelante, agrega: “para el año 2014, los habitantes locales informaban que grupos criminales organizados habían ingresado al mercado de la totoaba, atraídos por las perspectivas de un producto primario que tiene un valor por peso superior al de la cocaína, y con pocos de sus riesgos asociados en términos comparativos”.

Y es que cualquier traficante de coca de la región que sea sorprendido por la ley, enfrenta penas de 10 o 15 años de prisión, y multas que van de los 100 a los 500 días de salario; en cambio, uno que sea sorprendido traficando totoaba, enfrenta apenas uno o dos años de cárcel.

Las conexiones entre México y Hong Kong

Desde entonces, el mercado de buche de totoaba ha estado en su apogeo. El informe Daño Colateral: cómo el comercio ilegal de vejigas natatorias de la totoaba está llevando a la vaquita a la extinción, realizado por la Agencia de Investigación Medioambiental (EIA, por sus siglas en inglés) establece que existe una compleja red de exportación del producto, que une a la Ciudad de México, Tijuana en Baja California, y China.

La Ciudad de México es un centro clave de exportación debido a sus conexiones de vuelos a Asia, como lo es Tijuana. Se les paga a los mensajeros para transportar las vejigas dentro del equipaje, y los funcionarios del aeropuerto suelen ser sobornados de acuerdo con los comerciantes chinos»; el informe detalla que las rutas de trasiego son por aire, mar y tierra.

De acuerdo con su investigación, son al menos ocho grupos los que controlan la captura del pez a lo largo de toda la costa, y una vez desembarcados, venden el producto fresco o congelado a intermediarios vinculados a los cárteles, quienes a su vez los venden a migrantes chinos, quienes los trasladan a centros de procesamiento clandestinos (secado y preparación) ubicados en Mexicali, Ciudad de México, Tijuana y Culiacán.

Aunque el centro del mercado está en China, en tres regiones particularmente: Hong Kong, y las provincias de Guangzhou, Shenzhen y  Shantou, el centro del comercio está ubicado en ésta última: “donde el 90 por ciento de los negocios es operado por miembros de la Asociación de vejiga natatoria y mariscos secos de Shantou. Los negocios en esta área se especializan en la distribución mayorista de buches de pescados en toda la nación y proveen a otros centros de comercio clave”, destaca la EIA.

Sus investigaciones in situ, realizadas entre el 2015, 2016 y este año, también revelaron que: “generalmente, los comerciantes están conscientes de que la venta de totoaba es ilegal, saben que el pescado es de México y afirman que el tráfico entre Hong Kong y China continental es fácil, sin ninguna inspección de rutina obre los envíos de por parte de las agencias aduanales”.

informe EIA

La vaquita marina, el daño colateral

Para cubrir toda esta demanda, los pescadores mexicanos se valen de redes agalleras, que están prohibidas en el Alto Golfo de California, y pescan también en áreas prohibidas. EIA detalla a este respecto: “las totoabas se capturan en redes agalleras de luz de malla grande ancladas, las cuales son colocadas durante la noche y dejadas a la deriva por varios días o incluso abandonadas aún después de recuperar la captura”.

Son precisamente estas redes ancladas, las responsables de la masacre de la vaquita marina, especie que se queda atrapada en éstas, sin capacidad de huir; y aunque los pescadores no van directamente a pescar a la vaquita, el comercio y mercado negro de la totoaba ha derivado en casi la muerte de todos los ejemplares de esta segunda especie.

Desde 1997, cuando se creó y se celebró la primera reunión del Comité Internacional para la Recuperación de la Vaquita (CIRVA), se identificó la captura incidental de ésta, en las redes agalleras como la mayor amenaza para su supervivencia. Desde entonces, el Comité se ha reunido otras seis veces, entre 1999 y 2016, para dar seguimiento al caso, con resultados cada vez más desalentadores.

En 1999 el CIRVA estimó una población de 567 ejemplares de la vaquita, se desplomaron a los 200 en 2012, y para 2016, el CIRVA estimó la presencia de sólo 59 ejemplares: “un decline trágico del 92 por ciento en el área núcleo de la vaquita entre1997 y 2015”, declara la EIA. En su última reunión el comité fue terminante: “si no se prohíbe la pesca con redes agalleras en el Alto Golfo de California, la vaquita se extinguirá: la segunda extinción de cetáceos totalmente prevenible que el Comité habrá presenciado en los últimos 10 años”.

La conclusión del informe de la EIA, es clarísima: “La vaquita está al borde de la extinción y su única esperanza para sobrevivir radica en la eliminación de la pesca ilegal de la totoaba a través de un esfuerzo intenso coordinado entre México, Estados Unidos y China, el mercado principal de productos ilegales de totoaba”.

La situación de los pescadores

Como resultado de los alarmantes reportes del CIRVA, en 2015 el presidente de la república, Enrique Peña Nieto, visitó el puerto de San Felipe, ubicado al sur de Mexicali, y principal epicentro de la pesca de totoaba en México.

Llegó ahí para implementar el Programa de Atención Integral en el Alto Golfo de California, que cuenta con una estrategia para salvar, tanto a la vaquita, como a la totoaba, y proteger los intereses económicos de los pescadores.

Y es que la principal actividad económica de las comunidades del Golfo californiano: San Felipe, en California, y Puerto Peñazco, en Santa Clara Sonora, es precisamente la pesca; en este último, incluso, el 99% de los ingresos económicos depende de esta actividad, según el informe de C4ADS.

El plan del presidente, incluía prohibir las redes ancladas durante dos años, y ofrecer una compensación financiera a los pescadores afectados por esta prohibición.

A finales de noviembre de este año, agentes de la Procuraduría General de la República (PGR) lograron detener a Sunshine Rodríguez Peña, uno de los principales empresarios identificados de totoaba en la región, y presidente de la Federación de Cooperativas Rivereñas del Puerto de San Felipe.

Fue liberado este 3 de diciembre, ya que sus vínculos con esta actividad ilícita no pudieron ser comprobados, sin embargo, en su declaración a medios de comunicación, criticó fuertemente las actividades del gobierno federal, alegando que ni él, ni los más de 100 pescadores enlistados por la PGR y la Subprocuraduría Especializada en Investigaciones Especiales (Seido), presuntamente vinculados al tráfico del buche de totoaba, eran criminales.

Dijo que los pescadores, a raíz de la prohibición, estaban en una severa crisis económica, desesperados por la falta de empleo, y poco dispuestos a seguir recibiendo el subsidio del gobierno, ya que con él no podían cubrir sus necesidades.

Y subrayó: “señores, vayan por los peces gordos’, o ¿qué, son los que les pagan? o ¿por qué no han agarrado a un solo chino? ¿Por qué vienen únicamente y tratan de agarrar pescadores? ¿Por qué no andan haciendo su trabajo de investigación y agarrando a quienes los llevan (compran y trasladan a Asia)? A los que ganan cientos de miles de dólares, aquí en san Felipe no se gana lo que están ganando allá”.

Otros esfuerzos institucionales

Además de lo impulsado por el programa del presidente, existe la posibilidad, como lo reporta el HuffPost México, de que el comercio de totoaba se regule para el próximo año; esto, a través de seis Unidades de Manejo para la Conservación de la Vida Silvestre» (UMA), administradas por la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), quien autorizó la engorda, comercialización, repoblamiento y acciones de conservación para el pez.

Esto implicaría el comercio legal de totoabas criadas en cautiverio, específicamente para este fin. No obstante, hay riesgos que no se han tomado en cuenta, como por ejemplo, que no se ha realizado un estudio exhaustivo de la población de esta especie: nadie sabe cuántas totoabas hay.

Sin un estudio como éstos, el manejo de los criaderos podría derivar en usos discrecionales de los ejemplares.

Por otro lado, en febrero de 2018, miembros de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES) realizarán una visita a nuestro país, para verificar los esfuerzos que se han realizado en la preservación tanto de la vaquita como de la totoaba.

El grupo será encabezado por el propio secretario general de CITES: John E. Scanlon: “la misión intentará generar apoyo político de alto nivel para los esfuerzos de conservación», informó la institución en su comunicado de prensa.


Etiquetas: