Pobladores de Morelos cosechan varillas de los escombros para subsistir
Los habitantes de Morelos cambiaron la siembra en sus tierras por el cultivo de varilla en los escombros que dejó el sismo del 19 de septiembre pasado.
Salvador es uno de los tantos que ahora anda en las casas derruidas cortando con ceguetas el metal que sobresale de las construcciones para venderlo a 1.50 pesos el kilo.
“No hay trabajo, con el sismo escaseó”, asegura.
El hombre tiene 52 años y vive con sus hijos en la frontera de los municipios de Jojutla y Tlaquiltenango, Morelos.
El primero es el municipio con más afectaciones por el sismo. Allí llegó el presiente Enrique Peña Nieto un día después del temblor a asegurar que todos los apoyos serían enviados a los más afectados. Un mes después, Salvador, sus hijos y los demás damnificados siguen esperando la ayuda que no llegará.
“Estamos un poco afectados, por eso andamos aquí: mi casa se dañó un poco, está en pié… nomás truena, sí. Yo reporté, pero ninguna autoridad fue. Protección Civil me dijo que les avisara a ellos, lo hice, pero no. Y así está la casa, tiene puntales, ahora nomás nos queda repararla nosotros mismos, porque a las orillas la autoridad no se arrima, sólo pasan cuando necesitan algo: cuando quieren votos, hasta las últimas casas llegan”, recuerda el hombre.
Como la ayuda no llega y hay que comer, los habitantes de la zona se trasladan todos los días al centro de Jojutla a sacar varilla de los edificios caídos. Hay grupos que cuentan con herramientas eléctricas, pero la mayoría cortan con ceguetas o recogen los pedazos sueltos.
“Con este terremoto, muchos perdieron su trabajo. Por kilo de varilla ganamos un peso y 50 centavos, es peligroso, pero qué nos queda, nomás rifárnosla”, explica Salvador.
En la ciudad ya hay militares y policías de los tres niveles de gobierno vigilando las zonas donde se demuelen los edificios dañados. Cuando una familia se acerca a pepenar varilla, los elementos de seguridad los dejan pasar, siempre y cuando lleven un casco de seguridad.
En un buen día de trabajo, Salvador logra reunir 800 pesos, que equivale a media tonelada de varilla que se vende como fierro viejo.
Con ello logran sobrevivir Salvador y sus hijos, quienes además ya tienen familia y deben alimentar a sus propios hijos.
Mientras la ayuda gubernamental no llegue, las familias deberán trabajar en lo que puedan para subsistir.