Fox, Calderón y Peña gastaron 471 millones en caprichos personales
Los derroches desde la presidencia no son un misterio en México. Desde hace décadas que los altos mandos de la política mexicana acostumbran una vida de lujos durante su sexenio. Pareciera que cada presidente tiene su escándalo masivo de derroche de recursos y los últimos tres tiene registrados sus caprichos en la silla presidencial.
Vicente Fox llegó al poder en el año 2000 con un discurso que pregonaba el final de la corrupción y un paro definitivo a los excesos que acostumbró el PRI durante décadas. Pero el guanajuatense rápidamente incumplió con esas promesas y empezó a tener una vida de derroches, coordinado por su esposa Martha Sahagún. El primer caso fue el toallagate.
El matrimonio panista llegó a la presidencial para llenar de muebles caros, telas de lujo y reparaciones millonarios de dos cabañas a su control. Este escándalo de 17 millones de pesos dejó en claro que la llegada del PAN al poder no era muy distinta a lo acostumbrado por el PRI en el pasado. Después de ver manchada su imagen de reformador, Fox le dio años después la banda presidencial a Felipe Calderón.
El panista michoacano llegó al poder en 2006 entre graves acusaciones de fraude electoral. Desde que llegó a la presidencial, Calderón dejó en claro que su gobierno estaba dispuesto a iniciar una guerra para legitimarse y cercana su salida de la presidencia deseó construir un monumento a capricho para celebrar el bicentenario de la independencia del país.
Este deseo del conservador costo al menos 1,100 millones de pesos y varias acusaciones de corrupción internas, ordenadas desde la oficina de presidencial. Una demanda actual busca que Calderón sea juzgado por estos abusos y derroches. Después del panismo, el PRI regresó al poder con Enrique Peña Nieto, el gran presidente derrochador de México. Tan solo en su imagen, el priista gastó más de 6,000 millones de pesos.
Pero el presidente tricolor también usó los recursos públicos para satisfacer necesidades personales. Para garantizar su control, el gobierno peñista destinó 500 millones de pesos en la compra de un software espía conocido como Pegasus. En este caso, no solo eran toallas o monumentos para presumir, el PRI estaba espiando con este software a periodistas, rivales políticos y activistas incómodos para el poder.
Con información de EmeEquis.