Celiana Cárdenas, la fotógrafa que conquista espacios en el cine mexicano
El cine mexicano continúa siendo un territorio de difícil acceso para la equidad de género, para muestra el hecho de que entre los directores más reconocidos del país no figure una mujer, además de el hecho tabú de que el mundo del cine es un mundo de hombres, sin embargo, al margen de los reflectores y premios se encuentra Celiana Cárdenas, la mexicana directora de fotografía que se ha abierto paso en una industria abiertamente machista.
Nacida en el seno de una familia artística, Cárdenas vio la primera luz el 22 de noviembre de 1966 y se formó cinematográficamente en El Centro de Capacitación Cinematográfica (CCC), donde también realizó sus primeros trabajos como asistente y a la vez conoció las primeras barreras del machismo.
“Mi amiga Marcela Arteaga, me dice: “Voy a presentar el examen al Centro de Capacitación Cinematográfica (C.C.C.)”. Ella quería ser directora y en ese entonces solo entraban 12 personas de 450 solicitudes. Yo también me dispuse a tomarlo y me puse a estudiar. Cuando presenté mi examen, me dijo el entrevistador que del C.C.C. no había salido ninguna fotógrafa, que era un mundo de puros hombres. “Así que yo creo que vas a acabar de productora o directora”. Yo le dije: “No, yo quiero ser fotógrafa”.
Celiana Cárdenas también recuerda su problema con el sindicato cinematográfico mexicano por ser mujer:
“El C.C.C. no tenía realmente una estructura para cinefotógrafos, así que tomábamos las clases de todos y todos teníamos que fotografiar. En el primer año no te permitían trabajar, la carga de estudios era muy pesada, pero, acabando mi primer año, por suerte, coincidí con una serie de amigos fotógrafos, amigos míos de la prepa, entre ellos: Carlos Marcovich, Memo Granillo, Claudio Rocha y Javier Pérez Grobet, además de otro fotógrafo que iba generaciones más arriba de mí: Jorge Medina.
«Me dan la oportunidad de asistir cámara, obviamente protegida por mis amigos y viendo mis ganas de querer ser fotógrafa. Entonces me llamaban para aprender a ser primer asistente, luego segundo, trabajaba y regresaba al C.C.C. a fotografiar. No obstante, me encuentro con un pequeño problema: el sindicato no me acepta por ser mujer.
Porque ninguna mujer había aplicado en ese momento para el sindicato. Yo necesitaba ser parte de él para trabajar, pero al pedirles una oportunidad su respuesta fue un rotundo no».
El cine y la maternidad
Celiana recuerda sus inicios en el cine, que se dieron en el lejano 1991, con la conocida película Danzón:
“Mi primera película fue Danzón (1991), ahí fui segundo asistente de cámara de Rodrigo García, él había sido maestro mío en el C.C.C., ahora es uno de mis mejores amigos. Sergio García era primer asistente. Él me entrenó ya profesionalmente para ser un segundo asistente, me enseñó a cargar bien los magazines, a llevar la claqueta, cómo pasar los lentes, etc”.
Luego de distintas experiencias, Celiana continuó sus estudios en el CCC: “Regresé al CCC a filmar mis ejercicios, seguí como operadora de cámara y como fotógrafa de segunda unidad en otros proyectos. Ahí conocí a mi esposo, nos casamos y nos fuimos a vivir a Vallarta. Yo seguía fotografiando, no podía quedarme quieta, a pesar de que trabajar no era lo propio de una mujer casada. Mi esposo Rob me decía: “¡Es que tú no eres una princesa, tú eres una guerrera!
“Tiempo después nos mudamos a Los Ángeles y ahí me doy cuenta de que estaba embarazada de mi hijo Daniel. Yo pensaba: “En tres meses estaré de regreso en el set…”. Por supuesto que no fue así. Mi ritmo de trabajo baja y, ya que Daniel tenía un año, empiezo a hacer segundas unidades para el “Chivo”, en comerciales para Rodrigo Prieto, cosas que no me quitaban mucho tiempo de mi hijo. Cuando Daniel tenía dos años me llaman para hacer la fotografía de Recuerdos (Marcela Arteaga, 2003), serían cuatro meses fuera de casa, yo temía no poder hacerlo al estar tanto tiempo alejada de mi hijo. Sin embargo, mi marido me dijo: “Celi, ¡hazla! Vete y yo te llevo a Daniel cada tres semanas a donde te encuentres”. Y así lo hizo. Este proyecto me abre las puertas en México.
“Después de esa película me retiré nueve años para ser mamá, para estar con mi hijo y con Rob, mi familia era algo realmente importante para mí. Sin embargo, continué haciendo cosas pequeñas, un documental, etc. Después nos mudamos a Canadá por cuestiones personales, pero sigo teniendo proyectos en México, así que Rob y Daniel se van a Toronto, yo voy y vengo todo el tiempo, pero empiezo a trabajar en México y entonces me llega Morirse está en hebreo (Alejandro Springall, 2007), y Mejor es que Gabriela no se muera (Sergio Umansky, 2007). Después No eres tú, soy yo (Alejandro Springall, 2010), y luego hago Actores S. A. (Carlos Sariñana, 2013). Yo realmente quería filmar, pero también quería estar con mi hijo”.
Actualmente Celiana espera el estreno de dos proyectos en los cuales trabajó: Death an Faxes, una película corta y una serie para la televisión de nombre Diggstown.