El PRI es el único partido que se negó a votar la Ley de Austeridad
El partido tricolor dejó en claro que su línea de trabajo no dista mucho de sus costumbres del siglo pasado. Los priistas en la cámara de diputados no quisieron levantar la mano para la aprobación de la Ley de austeridad del presidente López Obrador. Esto sería común, ya que son oposición, pero incluso los panistas y perredistas decidieron terminar con los excesos y derroches en las cámaras legislativas.
La acción del PRI de negarse a perder autos de lujo, seguros médicos élite, fideicomisos, entre otras ventajas políticas, dejó ver que el partido más antiguo del mundo está lejos de renovarse. Después del desastre electoral del 2018, los priistas prometieron una revisión interna a sus valores como partido y una limpia de todos aquellos personajes que ensuciaron y perjudicaron al tricolor. En un intento por mostrar apertura, el PRI empezó a aliarse en materia legislativa con Morena.
No votan en contra, pero se abstienen
Pero cuando el tema de la austeridad llegó a las votaciones, los diputados priistas (la tercera fuerza nacional) decidieron no alzar las manos para aprobar la reducción de privilegios. Esto sucedió exactamente igual cuando el gobierno morenista decidió reducir por ley los salarios elevados de ministros, jueces, magistrados y trabajadores del poder judicial. El PRI aseguró que estas medidas del presidente mexicano con técnicas populistas que no respetan la división de poderes en México.
Hubo 33 abstenciones del PRI, un partido que públicamente declaró no votar porque la ley de austeridad del tabasqueño estaba redactada de forma “incompleta” y “al último momento”, señaló el expresidente del tricolor, Enrique Ochoa. Lo cierto es que las decisiones de este partido no son determinantes, por lo que la ley de austeridad fue aprobada con el resto de votos a favor y ninguno en contra.
En tiempos de promesas de cambio, austeridad y limpieza, el PRI se mantiene firme a sus costumbres del pasado. Buena parte de estos derroches fueron claves para el castigo electoral que la sociedad mexicana le aplicó al partido de Díaz Ordaz y Enrique Peña Nieto. El ejemplo más claro del descontento actual con los tricolores son las posiciones que mantienen sus candidatos en las elecciones a gobernador en Puebla y Baja California. En ambas, los priistas apenas rozan el tercer puesto, muy lejos de sus pares morenistas y panistas.
No conviene, aseguran
La ley de austeridad que se aprobó en la cámara baja le quita viajes de lujo a los diputados y senadores, además de retirarles escoltas, autos blindados, bonos masivos y una considerable reducción salarial. El problema para los tricolores es que se creará un comité especial que vigilará cada gasto de los políticos en activo, revisando que en ningún momento se derrochen recursos ajenos a la austeridad republicana. Esto, claramente, molestó en la bancada priista.
Otro gran golpe fue la decisión del PAN por apoyar completamente la iniciativa. En meses anteriores, los conservadores ya se habían aliado al PRI para frenar algunas propuestas o reformas de ley de Morena (el partido con mayoría en ambas cámaras legislativas). Ahora que la oposición más sólida votó a favor de la promesa de campaña de López Obrador, el PRI quedó expuesto en su intento por no perder privilegios presupuestales.