Narro, el hombre que gobernó la UNAM ahora quiere liderar al PRI | BREAKING

Narro, el hombre que gobernó la UNAM ahora quiere liderar al PRI

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Se trata de un personaje bastante respetado por las cúpulas priistas y empresariales. José Narro ha tenido cargos fuertes durante los últimos años, por lo que dentro de su catálogo de logros ahora está el interés por ser el presidente del partido más antiguo en la historia de México. Es un médico cirujano que igual trabaja en temas administrativos como en puestos políticos de alto poder. Peña Nieto lo sumó a su equipo como secretario de salud y ahora va por más.

La intención de Narro por hacerse con la presidencial del PRI llega justo en el peor momento del partido tricolor. Después de las elecciones de 2018, los priistas no saben cómo salvar su imagen y recuperar las simpatías que tuvieron hasta antes de entrado el nuevo milenio. En su interés por cambiar de rostros a unos menos polémicos, el partido tricolor ya analiza a perfiles con mayor trascendencia profesional sin tanta cercanía con acusaciones de corrupción.

Narro quiere ser el nuevo líder nacional del PRI, al igual que Alito Moreno, el gobernador campechano. Ambos están sonando fuerte para darle al priismo esa imagen de renovación que tanto les urge, por lo que las campañas internas para liderar al partido son cada vez más agresivas. Mientras el chiapaneco tiene el visto bueno de Morena, el partido en el poder, Narro está sumando a la cúpula priista para su nueva intención política. Sobre él no pesan escándalos como sucede con Rosario Robles o Luis Videgaray.

Recordemos que José Narro fue el rector de la UNAM de 2007 al 2015. Durante ese tiempo, la universidad pública más importante del continente americano tuvo bueno números y recepción internacional. Y muchos cuestionaron que una persona de ese calibre decidiera que su siguiente paso estuviera dentro del gabinete de Enrique Peña. El mexiquense instaló en 2016 a Narro en la secretaría de salud, en donde se enfocó en la infraestructura hospitalaria. Ahora se lanza por una vacante sumamente complicada.

Lo cierto es que a diferencia del PRD, en el PRI sí hay varios interesados en salvar al partido desde dentro. La yucateca Ivonne Ortega ya está moviendo sus fichas en el sur mexicano, el territorio consentido por el actual presidente mexicano. Además, Alito está buscando la aprobación de algunos gobernadores de peso en el partido rojo, por lo que José Narro está apuntando a una dirección peligrosa: la cúpula priista de antaño. En específico se acerca a Manlio Fabio Beltrones, señala La Política Online.

Narro está consciente que salvar al PRI debe empezar por una limpia de todo rastro de corrupción. Recordemos que los tricolores se rehusaron durante años a expulsar a César Duarte de su partido y hubo muy poca crítica interna durante la administración de Enrique Peña Nieto. El próximo presidente priista deberá rápidamente seducir a los militantes (sobretodo a los nuevos); además, se deberá terminar con esas prácticas de sellar las decisiones del partido limitando la votación a los altos mandos.

Para 2021, el PRI quiere llegar listo a las elecciones intermedias. En el norte del país ya se mueve Ildefonso Guajardo como candidato rojo a Nuevo León. En el centro, del Mazo está poco a poco sumándose a las iniciativas del gobierno federal para no perder el poderío que el partido mantiene en el Estado de México. Desde el sur Alito e Ivonne Ortega proponen un nuevo PRI sin escándalos y en la capital Narro aprovecha la cercanía para dialogar de frente con la cúpula del partido.

Ante todo esto, Enrique Peña mantiene un silencio interesante. Aseguró que no participaría en la política nunca más, pero tampoco ha sido un gran opinólogo sobre lo que podría pasar con el partido que lo cobijó desde el inicio de su carrera. Su antiguo aliado, Osorio Chong, ha tomado ese papel de procurador de estabilidad tricolor y no colinda mucho con las ideas del priismo sureño de simpatizar de lleno con Morena. Esto le da oportunidad al discurso de Narro, más ligado a limpiar al partido pero seguir siendo una oposición concreta ante la marea guinda.