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En Guerrero gastaron 173 millones solo para viáticos y traslados

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El gobierno de Guerrero ha quedado en la mira desde que se supo el secuestro masivo de estudiantes en Iguala. Desde que el escándalo de Ayotzinapa se hizo un tema de interés nacional, se ha observado de cerca el gobierno de un estado plagado de problemas sociales, pobreza y tráfico de drogas. El gobernador guerrerense, Héctor Astudillo, ha figurado por sus excesos presupuestarios, antes que por su llamado a enfrentar estos problemas.

Se sabe que durante el 2017, el año más violento en la historia reciente de México, el gobierno de Guerrero cedió más de 11 mil millones de pesos en conceptos como viáticos, traslados de funcionarios, ceremonias especiales, gastos administrativos, recursos para medios de comunicación, entre otras. Si bien existe un presupuesto para todos estos gastos, el gobierno de Astudillo rebasó en un 22% lo permitido.

Para ese año, el congreso guerrerense solamente aprobó 50,736 mil millones, una cifra ya de por sí enorme, para este tipo de gastos de gobierno. Pero la cifra, como ocurrió también en el gobierno federal, fue ignorada y se rebasó sin ningún tipo de prevención o austeridad. El gobierno de Astudillo, un elemento clave para el PRI del bajío, ha generado descontentos en el estado por su falta de estrategias sólidas para combatir la violencia.

Estos excesos en los topes permitidos solamente generan deudas más grandes en los estados mexicanos. Recordemos que gobiernos como el de Baja California atraviesan ya por severas deudas por exceder constantemente los presupuestos aprobados por los congresos locales. En el caso de Astudillo, la deuda del estado de Guerrero no hace más que aumentar, sobre todo debiendo fuertes cantidades a los bancos privados.

Para el Instituto Mexicano de la Competitividad (IMCO), el gobierno de Guerrero ha estado gastando de más en rubros poco prioritarios. El objetivo del presupuesto guerrerense debería atender problemas graves como la violencia, la pobreza e inseguridad, por lo que los gastos excesivos en viáticos de funcionarios, las ceremonias de lujo o los gastos en publicidad no tienen demasiada lógica, asegura el IMCO.

En el tema de la publicidad, al igual que con el expresidente Enrique Peña Nieto, se le ha dado demasiada prioridad en el gobierno de Astudillo. El priista ha inyectado fuertes cantidades en promover su gobierno y su imagen desde que iniciara su gobierno en octubre del 2015. Para comunicación social, el gobierno de Guerrero tenía asignados 70 millones para 2017. Durante los doce meses de ese año, Astudillo y sus funcionarios gastaron 239% más de lo permitido, es decir, 237 millones de pesos.

Los excesos en viáticos y publicidad oficial son una tradición en el PRI. Durante el sexenio de Enrique Peña Nieto se gastó un millón de pesos por hora para hablar bien del gobierno y sus reformas estructurales en radio, prensa, televisión, internet y otros medios de comunicación. Además, el mexiquense también gustó de celebrar ceremonias privadas, derrochar en transportes de lujo (el polémico avión presidencial) y los constantes viajes al extranjeros con comitivas grandes.

En el caso de Guerrero, tan solo para transportar funcionarios se utilizaron 173 millones de pesos. Una cifra muy por arriba de lo permitido, que eran 39 millones de pesos. Dentro de este monto también se cuentan los viáticos que realizaron Astudillo, su gabinete y otros altos funcionarios del gobierno de Guerrero.

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