La extraña muerte de un joven en San Miguel de Allende | BREAKING

La extraña muerte de un joven en San Miguel de Allende

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La histórica ciudad de San Miguel Allende en Guanajuato ha vivido recientemente episodios extraños en dónde lamentablemente han fallecido personas. El pasado jueves 13 de diciembre un joven migrante supuestamente falleció en un enfrentamiento con los cuerpos de seguridad de la histórica ciudad. De acuerdo a las pruebas periciales y a testimonios recolectados por Proceso, las agresiones podrían nunca haber existido y los policías mataron a la persona sin razón.

Agentes matan a migrante en supuesto enfrentamiento.

El joven, migrante asentado en los Estados Unidos y de nombre Leonardo Reyes Cayente recién tenía unos días de haber vuelto a México. Reyes tenía la intención de celebrar a la Virgen de Guadalupe y pasar las fiestas decembrinas con sus familiares, habitantes de la comunidad de Corralejo de Abajo.

De acuerdo a un comunicado publicado por la Secrearia de Gobierno de Guanajuato quien está a cargo del Eje de Seguridad del gobierno del estado, hubo un enfrentamiento entre tres hombres armados y elementos de seguridad. El enfrentamiento habría sucedido en la carretera Guanajuato-San Miguel de Allende-Juventino Rosas y en él habría sido abatido el conductor y fueron aseguradas dos armas de fuego.

En el comunicado se indica que los elementos de seguridad fueron agredidos aparentemente sin motivo por los ocupantes de la Ford Expedition negra con placas del estado de Texas. Tras la agresión, los supuestos agresores emprendieron la huida y continuaron agrediendo a los elementos de seguridad. Los policías entonces, lograron abatir al conductor y el vehículo se impactó contra un árbol. Los otros dos hombres, huyeron del lugar, aprovechando la poca visibilidad y oscuridad de la noche.

En la camioneta, habrían sido aseguradas dos armas de fuego: un revólver calibre .38 especial y una escuadra 9 mm. Curiosamente, este reporte incluyó algo poco común dentro de los reportes y es que en él se escribió lo siguiente:

Los integrantes de las FSPE actuaron en cumplimiento a los protocolos nacionales e internacionales del uso de la fuerza y ante un peligro inminente de muerte en su contra, repelieron la agresión al ser atacados.

Sin embargo, horas después del fallecimiento de Leonardo, su madre presentó una denuncia cuyos testimonios evidencian que los policías no actuaron de forma adecuada y que incluso acomodaron los vehículos y armas. Esto indicaría que las fuerzas de seguridad habrán alterado la escena a fin de ocultar una aparente ejecución extrajudicial.

Los informes en general que tenemos, refuerzan el reporte de que fueron agredidos nuestros integrantes… más que asesinando. Hay que ser muy cuidadosos, los compañeros hicieron uso legítimo de la fuerza ante un ataque letal; los compañeros policías se defendieron. Eso responde a cuando ellos son agredidos.

Autoridades se contradicen por lo sucedido.

Los testimonios presentados por los agentes que participaron en el enfrentamiento presentan contradicciones. Las versiones no coinciden e incluso tienen discrepancias con la versión publicada un día después, el 14 de diciembre, por Sophia Huett López, comisionada de la Unidad de Análisis Estratégico en Seguridad. En su versión, la comisionada defendió férreamente el actuar de los cuerpos de seguridad.

De acuerdo con la funcionaria, los policías habrían acudido al lugar en dónde se encontraba la camioneta tras un supuesto llamado de auxilio. Se asegura que previamente se habrían escuchado detonaciones de fuego y que cuando acudieron al lugar, fueron agredidos por los ocupantes del vehículo. No obstante, al ser cuestionados, los habitantes de la zona aseguran no haber escuchado detonación alguna.

Por otro lado, la carpeta de investigación dice que los agentes aseguran haberse estado dirigiendo a Guanajuato, cuando hallaron una camioneta Expedition negra estacionada a un lado de la carretera. Es decir, ninguno de los elementos habría acudido al lugar por supuestas detonaciones de arma de fuego. Las versiones se contradicen ampliamente.

Fue por señal y nunca más regresó.

Leonardo Reyes Cayente, fallecido a manos de los agentes de seguridad de Guanajuato, era un joven de 23 años. Ya llevaba 6 años viviendo en los Estados Unidos, dónde laboraba en la industria de la construcción ganando $750 dólares a la semana.

Su familia es originaria de la comunidad de Corralejo de Abajo. Tanto él como su familia ya se habían asentado en los Estados Unidos. Tanto él como sus padres contaban con residencia legal en el vecino del norte. Sus padres vivían en San Antonio y pasó por ellos para dirigirse a México. Habrían arribado a Corralejo el 9 de diciembre.

La noche de los hechos, Reyes Cayente salió de su casa en Corralejo; «Voy al internet» fue lo último que se le escuchó decir. Leonardo subió a su camioneta y partió hacia el cerro de La Loma, dónde los pobladores de la zona acuden para tener señal de celular.

Las versiones no oficiales.

La realidad por otro lado, podría diferir en gran medida a lo que dictan las versiones oficiales. Nadie en Corralejo de Abajo cree lo que el boletín de la Secretaría de Gobierno dice. De igual manera la familia de Leonardo no da credibilidad a lo que dicen las autoridades.

Revista Proceso pudo conocer los testimonios de dos personas que quedaron plasmados en la carpeta de investigación. La denuncia fue presentada ante la Unidad Especializada en Homicidios de la Subprocuraduría de Justicia de San Miguel de Allende y el Ministerio Público decidió abrir carpeta de investigación.

Cuando íbamos en camino por las brechas escuchamos dos disparos; ya luego cuando estábamos ahí, hubo oro… Entonces oímos que se reían. Eran los policías.

Los abogados de la mamá de Leonardo, Mikhail Antonio Ornela y Juan José Padierna Salazar narran lo que sucedió al momento de testificar. Mencionan que al acudir a la subprocuraduría el 13 de diciembre, se les impidió el acceso, conocer las declaraciones ya realizadas y una copia de la carpeta de investigación.

De acuerdo a los testigos, acompañados de los abogados, declaran que a eso de la 01:00 o 01:30 de la madrugada, dos tíos, la cuñada y un hermano del fallecido se dirigieron hacia La Loma. Esto fue momentos después de que uno de sus tíos llegara corriendo preguntando si todo estaba bien, pues de regreso a su casa vio los vehículos a lo lejos y luego escuchó disparos.

Los testigos estaban escondidos a unos cuantos metros de dónde estaban los policías. Desde ahí podían ver la camioneta de Leonardo y delante y detrás de ella, patrullas con los motores encendidos. La camioneta de Leonardo estaba apagada. Narran haberlo escuchado toser y quejarse como si estuviera ahogándose, percatándose que se trataba de él. Minutos después dejó de hacer ruido.

Había una mujer y los demás eran hombres. Escuché que dijeron «puto Reyes» y alguien comentó que movieran la camioneta. Luego otro dijo «perro» y se rieron. Luego también alguien dijo «Ya valió verga». Y luego la mujer dijo «Aquí nadie vio nada, aquí no ha pasado nada» y se volvieron a reír. Fue cuando volvieron a decir que movieran la camioneta y la movieron y ya luego le sacaron fotos.

Después de un tiempo, uno de los hombres hablaba con alguien más y daba indicaciones para que una tercera patrulla arribara al lugar. Les indicaba que al llegar al lugar «encendieran las luces (de las torretas) y las apagaran».

Uno de los testigos asegura que una de las balas le pasó muy cerca, fue un tercer disparo. Tras eso, escuchó que el arma es encasquilló y uno de los policías dijo «Esta chingadera ya no quiso». Otro de los policías le dijo que la tirara, pues el objetivo era que Leonardo quedara con pólvora.

Aseguran los testigos que entre los policías se ponían de acuerdo mientras se reían de Leonardo.

Es el coraje que da, que se reían de él… Estuvimos tan cerca y no pudimos hacer nada para salvarlo. Nada. No podíamos ni sacar los celulares, no sabíamos si nos iban a hacer algo.

Después de que la tercera patrulla arribó al lugar de los hechos, los agentes empezaron a colocar cinta amarilla alrededor, para resguardar la supuesta escena del delito. Minutos después colocaron lámparas en el lugar y es ahí cuando los testigos se retiraron. Antes de irse aseguran haber visto la camioneta de Leonardo, la cual, dicen, no estaba chocada.

Antes de irnos yo volteé hacia el lugar y pude ver la camioneta de Leo. No estaba chocada, nada…

Mientras se retiraban del lugar oyeron que uno de los agentes estaba llamando al 911. Los testigos creyeron que iban a llevar a Leonardo al hospital, pero no fue así. Al llegar a la subprocuraduría, sólo dejaron entrar a su mamá y tampoco estaba ahí.

El cuerpo de Leonardo fue entregado a sus familiares más de 24 horas después. La carpeta de investigación abierta por el Ministerio Público incluye las declaraciones de los seis agentes de policía, cinco hombres y una mujer. En ellas, los agentes dicen que fue a partir de las 12:30 de la madrugada cuando sucedió todo, es decir, dos horas después de la hora que indican los testigos.

Declaraciones sin sentido.

Los agentes dicen haber viajado en una sola patrulla la 0902, el conductor, el comandante como acompañante, dos en la parte trasera y dos más en la caja de la pick-up. En sus declaraciones algunos dicen que se detuvieron porque pensaron que necesitaban ayuda y otros porque se veía sospechosa. En lo único que coinciden es que al acercarse al vehículo fueron agredidos por sus ocupantes, momentos después inició la persecución.

Supuestamente la patrulla fue impactada en el parabrisas, y la bala quedó incrustada en la cabecera del copiloto. Tras otro intercambio de disparos, la camioneta Expedition chocó contra un árbol y dos de los ocupantes huyeron, mientras que el conductor supuestamente fue impactado por una bala. Sin embargo, dentro de la patrulla no se encontró ningún casquillo. Así se refirieron los abogados de la madre de Leonardo.

El conductor de la patrulla declaró que como la ventanilla del comandante iba abierta a la mitad, los casquillos salieron por la ventana, que por eso no quedó ningún casquillo; esto es algo totalmente ilógico, absurdo.

Los agentes dicen que no siguieron a los otros dos hombres «por seguridad». Sin embargo, la mujer policía dice lo contrario, pues asegura que dos de sus compañeros fueron a perseguirlos pero «no los alcanzaron».

Los policías dicen que fue cuando la camioneta estaba en el crucero que va a San Damián, que los ocupantes del vehículo los agredieron. Supuestamente, los agresores dispararon por fuera del vehículo. Si esto fuera cierto, habría casquillos en el lugar, más no hay registros de que esto sea así.

Eso implicaría que habría casquillos ahí, pero no hay constancia de ninguna pericial o revisión en ese punto.

Bajo amenaza.

Sin embargo, nadie sabe quiénes son y porqué estaban con Leonardo sus supuestos cómplices. La familia sabe que salió solo de su casa y no tenía planes de reunirse con nadie. A esto se suma que la camioneta estaba al pie de un barranco por lo que no hay lugar para el que pudieran correr los supuestos cómplices.

Respecto a los casquillos en la entrada de San Damián, los familiares y sus abogados corroboraron que no había nada en el lugar.

Cuando los peritos se retiraron fuimos al lugar donde estaba chocada la camioneta; uno de los familiares se encontró un casquillo ya embalado, sellado y numerado, tal como se prepara para almacén de indicios de la procuraduría, tirado en el camino. El mismo familiar lo llevó a entregar a la fiscalía.

Los familiares también hallaron más adelante, una venda blanca manchada de sangre. Esta venda es la misma que traía Leonardo en su rodilla pues se había raspado previamente en el torneo de fútbol en el que participó antes de morir. El Ministerio Público no la aceptó como prueba al no considerarla relevante.

Los del Ministerio Público que nos tomaron la declaración nos decían y nos volvían a decir que si sabíamos que nos podían meter a la cárcel si echábamos mentiras. Sí tenemos miedo, pero no por eso nos vamos a quedar callados, porque no mentimos. Si algo nos pasa, hacemos responsables a las autoridades.

En la Procuraduría de los Derechos Humanos del Estado de Guanajuato les pidieron no hablar con los medios. La Secretaría de Seguridad Pública asegura que no hay nada que pueda incriminar a los seis agentes policiacos. Los seis, agentes siguen en activo.