Estas monjas en Pátzcuaro están salvando a los ajolotes en peligro de extinción
En la cima del monte más alto de Pátzcuaro se encuentra la Basílica de Nuestra Señora de la Salud, construida en el siglo XVI. Aquí hay un convento donde viven unas veinte monjas dominicas quienes se dedican a cuidar a una especia en peligro de extinción: una salamandra conocida en México como achoque, aunque su nombre científico es Ambystoma dumerili, informó un reportaje de The New York Times.
Unos 300 achoques viven al cuidado de las monjas, esta salamandra pasa toda su vida bajo el agua, por lo que viven en acuarios y bañeras en habitaciones contiguas al convento. Los gastos los pagan las monjas, una parte con un jarabe para la tos donde ocupan la piel de estos animales.
Afuera de la basílica solo es posible encontrarlos en el lago de Pátzcuaro, sin embargo, la cantidad ha disminuido drásticamente. Aunque hay otras colonias en otros puntos de la ciudad, la del convento es la más grande. La iniciativa de las dominicas podría contribuir a la conservación de las salamandras. Gerardo García, curador y experto en especies en peligro de extinción en el zoológico de Chester, en Inglaterra, aseguró que las monjas son vitales para el futuro y cuidado de esta especie.
Con alrededor de 100 ejemplares en el Lago de Pátzcuaro, el futuro de una salamandra pariente del ajolote mexicano -conocida como “achoque”- depende de 23 monjas que trabajan en su conservación via @NatGeo pic.twitter.com/ZlzuNL4cj6
— José Díaz-Briseño (@diazbriseno) June 27, 2018
Según información de The New York Times, estas salamandras son inmensas comparadas con otros tipos. Miden de 30 a 40 cm, tienen branquias que «enmarcan sus cabezas como si fueran melenas y ondulan suavemente en el agua». Mantienen las branquias incluso cuando son adultas, al contrario de la mayoría de las salamandras que las pierden cuando terminan de ser larvas acuáticas.
Se usaban desde tiempos prehispánicos
La monja Ofelia Morales Francisco es la principal cuidadora de los achoques en la basílica. Se encuentran en tanques limpios que cuentan con un aireador construido con media botella de refresco llena de piedras pequeñas y tela.
Las hermanas se dedicaban a hacer un jarabe con las salamandras del lago, cuando notaron que estaban desapareciendo, decidieron establecer la colonia en el convento para no perder este negocio. Expertos aseguran que las salamandras eran consumidas como alimento y fines medicinales por los purépechas que habitaban la región antes de la colonización española.
Las monjas se dieron cuenta de la importancia de conservar a esta especie más allá de su negocio. «Se trata de proteger a una especie de la naturaleza… si no trabajamos para cuidarla y protegerla, va a desaparecer de la creación». La población ha disminuido debido al aumento de los humanos en la zona alrededor del lago de Pátzcuaro. Los deslaves realizados por la deforestación han llevado polución hacia el lago.
El ajolote es una de las especies en peligro de extinción en Xochimilco, pero aún estamos a tiempo de rescatarla y la @UNAM_MX lo sabe #FelizJueves https://t.co/sJmxwyoeyK. pic.twitter.com/zXfDOpPFGT
— Ciudad de México (@CDMXMEX) August 2, 2018
Además, en los años treinta se introdujeron lubinas en el lago y en los setenta las carpas, que se alimentan de los huevos y larvas de los achoques. Entre 1982 y 2010, el lago perdió más de tres metros de su volumen debido a una disminución de las lluvias, y aunque ha habido esfuerzos por rehabilitarlo, no se ha logrado por completo.
Las salamandras enfrentan un peligro mundial, por ejemplo, en México de las 16 especies que se encuentran, 12 están en peligro de extinción, incluyendo al ajolote. En este momento están realizando estudios sobre la calidad del agua en el lago y la diversidad genética de las salamandras del convento, tal vez algún día se puedan reincorporar al lago para seguir existiendo sin peligro.
Lee la investigación completa en The New York Times.