Estados Unidos no sabe cómo ejecutar a sus condenados a muerte | BREAKING

Estados Unidos no sabe cómo ejecutar a sus condenados a muerte

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El tema de las penas de muerte en Estados Unidos no es el más popular a la hora de la comida. Pocas personas quieren involucrarse con esta tradición yanqui y tanto políticos como empresas buscan no estar relacionados con la muerte de ningún reo. Recientemente, Pfizer ha bloqueado el uso de sus medicamentos al gobierno si es que van a ser usados para quitarle la vida a un condenado a muerte.

La escena está cargada de tensión. Scott Dozier lleva diez años en el corredor de la muerte esperando a que el gobierno cumpla su palabra y le quite la vida. Acusado de desmembrar a un hombre, fabricar y vender droga, Dozier ha perdido la paciencia en la prisión estatal de Ely, Nevada, y ha llevado a audiencia su reclamo para morir de una vez, antes que seguir en esa prisión. Un pequeño documental de la agencia Vice deja ver la poca capacidad de varios estados yanquis para asesinar a sus condenados a muerte.

Y es que los métodos tradicionales siguen fallando. La inyección letal ha tenido varios reclamos, después de que peritos y médicos observaron como algunos sentenciados a muerte tardaron en perder el conocimiento o terminaron intentando levantarse de la mesa cuando se supone deberían estar muriendo sin dolor. La imagen pública de varias prisiones ha quedado completamente manchada después de estos casos.

En Nevada no se permite otra forma de asesinato a un reo condenado a pena de muerte que no sea a través de inyección letal. La silla eléctrica quedó atrás hace muchos años en la mayoría de los estados de la unión americana y hacerse de los químicos correctos para matar a un convicto es un dolor de cabeza para las prisiones. Si las farmacéuticas no quieren colaborar, se está pensando seriamente en usar un potente opioide: el fentanilo. Con esto, Dozier ha simpatizado para que lo maten con la droga que le quitó la vida a Prince y casi se lleva a Demi Lovato.

Pero no es tan sencillo como parece. Tanto la jueza que lleva el caso de Dozier como las instituciones ligadas al tema, no quieren fallar en el uso de una sobredosis de fentanilo para asesinar a los reos en el corredor de la muerte. Por lo tanto, se ha ido aplazando el día final de este reo y otros más. Entre los aplazos, Dozier asegura que también sufre su familia, ya que han tenido que despedirse de él en varias ocasiones sin poder cerrar el tema.

Con el gran dilema de no poder comprar los químicos tradicionales y no querer usar el fentanilo de inmediato, los gobierno como el de Nevada mantienen a los condenados a muerte en un limbo de desesperación. Esto es similar a una especie de tortura, declara Dozier, desesperado porque el gobierno le cumpla y lo asesine. Pero ya hay quienes proponen otra solución que no provoque shock ni dolor a los condenados.

Existe ya una propuesta política para que en Estados Unidos se use de nuevo el pelotón de fusilamiento. Fiel a la tradición del siglo XIX y XX, se pretende convocar a un grupo de hombres armados para que apunten directamente al corazón de los condenados a muerte por crímenes violentos en el país gobernado por Donald Trump. Según Paul Ray, representante en el congreso de Utah, esta forma es mucho más efectiva y piadosa para velar por el no suplicio de los sentenciados.

Hasta el momento, hay cientos de prisioneros en Estados Unidos que ven cómo se aplaza su fecha final. El gobierno aún titubea en la elección de químicos para matarlos y mientras eso sucede, hay personas dentro que no saben realmente cuántos días le quedan de vida.


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