Los indígenas rarámuris cosechan la manzana mexicana entre carencias | BREAKING

Los indígenas rarámuris cosechan la manzana mexicana entre carencias

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Esa manzana verde que comimos hace poco puede que haya llegado a nosotros gracias a la explotación de indígenas rarámuris en el norte de México. Un reportaje realizado por el periódico español El País nos relata cómo es que La Norteñita, la empresa más grande en producción y recolección de manzanas mexicanas, está empleando a estos indígenas que mantiene en varios albergues bajo condiciones lamentables.

No se puede comprender a México sin tener en cuenta la cosecha de sus suelos. Como gran país exportador, nuestro país surte de productos del campo a más de 150 países en el mundo. La manzana norteña mexicana es uno de los productos más solicitados. Con 80 toneladas de esta fruta al año, La Norteñita genera ganancias millonarias que acrecientan la fortuna de la familia dueña de la empresa. Sin embargo, los indígenas que las recolectan continúan sumidos en la pobreza.

Para entender lo grave de este tema es necesario compartir agenda con una trabajadora indígena en esta empresa. Se levanta a las cuatro de la mañana para tomar un camión que los llevará 150 kilómetros lejos de la sierra tarahumara, hasta llegar a los campos de manzana, en donde pizca esta fruta verde durante horas. Duerme ahí mismo y lo hace cada temporada. Esto está generando que pueblos enteros de la comunidad rarámuri (como se llaman originalmente los tarahumaras) sean desplazados.

Pero no solamente se alejan de sus pueblos originarios por cuestiones económicas. Buena parte de estos desplazamientos se deben a la guerra contra el narcotráfico que inauguró hace más de una década el expresidente Felipe Calderón. Sin avances destacables en las zonas montañosas de Chihuahua, los grupos criminales continúan esparciendo el terror entre las comunidades indígenas.

Los albergues no bastan para tantos indígenas

Diversos activistas aseguran que los albergues de La Norteñita no cubren las necesidades básicas para la gran cantidad de trabajadores. El 80% de la planta laboral para pizcar la fruta está compuesta por indígenas y no reciben prestaciones durante su periodo de trabajo, a diferencia de los empleados de planta. “Las instalaciones del albergue a mí no me parecen humanas para nadie, tendrían que estar más adaptados los baños, los dormitorios, pero son tantos que rebasa la capacidad del lugar”, comenta una activista.

Además, la empresa fue acusada durante años de maltratar a los recolectores. Especialmente a los de origen indígena. Ahora, con la muerte del fundador Salvador Corral, sus hijos han comentado que están implementando “un proceso de transformación socialmente responsable”. Aunque aún no se les permite a las mujeres u hombres con hijos pequeños trabajar en la empresa, ya que no hay una guardería para cuidar de los pequeños mientras los padres trabajan. Por eso es que mujeres de edad avanzada son las que generalmente laboran entre los manzanos.

La empresa no atiende a sus trabajadores

La empresa no otorga cifras anuales de la cantidad de dinero que generan sus manzanas. Lo cierto es que dominan el mercado nacional y le compiten a la manzana Washington estadounidense en ventas, sobre todo en supermercados mexicanos. Las frutas de esta empresa pueden comprarse en las tiendas WalMart y Soriana del país, además de los almacenes HEB en Estados Unidos.

Según datos de diversas asociaciones civiles, los albergues no cuentan con las condiciones básicas para operar de buena manera. Se han reportado irregularidades como no generar contratos, no garantizar seguro social, no tener programas de capacitación, no tener sistemas de emergencia ante incendios y no dotar de vacaciones a sus empleados por el tiempo acumulado en el trabajo.

Todo esto ha generado multas por hasta medio millón de pesos a La Norteñita, pero con marañas legales los dueños han evitado pagar. Sin modificar tampoco las condiciones de vida de los indígenas que habitan los albergues temporales. Los albergues están elaborados con vigas enormes de madera recubiertas con lámina gruesa de metal, paredes de tablaroca y camas de metal con algunas cobijas encima.

La sierra tarahumara es uno de los pulmones más grandes de México. Un territorio lleno de cultura antigua que poco a poco se ha ido perdiendo entre las sequías y la violencia del narcotráfico. Mucho tiene que ver también los proyectos empresariales y turísticos que no contemplan a los rarámuris de la zona, por lo que han tenido que emigrar a ciudades más grandes, dejando atrás un legado cultural irreparable. Muchas de las manzanas verdes que llegan a nuestra mesa arrastran un despojo indígena enorme, sin duda.

Mira la investigación realizada por la reportera mexicana Zorayda Gallegos.