Los pescadores mexicanos son muy pobres, pero impulsan una industria millonaria
Es muy difícil comprender cómo es que una industria pesquera que deja cerca de 1,300 millones de pesos al año, tan solo en un puerto, tenga a sus pescadores viviendo con 50 pesos diarios. Y es que esta cantidad es optimista si se considera el verdadero modo de vida de los trabajadores del mar en México.
Muchas de las ganancias que perciben estos hombres que salen a las aguas congeladas a tostarse por el sol costeño son en especie, es decir, les dan parte de lo que pesquen. Por lo que el ingreso de un hogar pesquero mexicano no es suficiente para sostener a una familia. Ante la ausencia de ganancias (muy por debajo del salario mínimo), las familias de los pescadores están buscando otras opciones.
Tan solo en el estado de Sonora, los miles de botes pesqueros generan la captura del 78% del marisco que se consume en México. Esta industria millonaria en México no podría generarse sin el trabajo de miles de pescadores independientes que salen con sus pequeñas barcas a conseguir los mariscos nacionales.
Esta realidad se vive prácticamente en todas las zonas costeras del país. Ya sea en Sonora, Michoacán, Guerrero, Veracruz o Chiapas, los pescadores mexicanos viven, generalmente, en la pobreza y sus ganancias no apuntan a una calidad de vida digna. Esto no ha mejorado desde hace décadas. Si se revisan las cifras, el presidente mexicano Enrique Peña Nieto llegó al poder con el sector pesquero en total abandono y al parecer el tema no le importó durante cinco años en el cargo.
A pesar de este abandono, el mandatario ha recalcado en sus informes de gobierno que la industria pesquera en México ha tenido un avance considerable desde que su administración entró en funciones. A un año de que abandone el cargo, el gobierno peñista tiene a los pescadores sumidos en la pobreza.
Sus casas están asentadas en territorios peligrosos, construidas con madera, cartón o lámina y no se ve una forma clara de salir adelante con la pesca diaria. Lo peor viene cuando la temporada baja y ante la falta de buena pesca es necesario dedicarse a otro oficio para lograr mantener a sus familia con el mínimo ingreso. Por eso es que en México se pueden ver a pescadores-plomeros, pescadores-mecánicos, entre otras duplas laborales.
Según datos de expertos, el sector pesquero mexicano es uno de los más menospreciados del gobierno mexicano (no solo del peñismo, el problema se arrastra desde hace décadas). Se corre más riesgo saliendo a pescar al océano que siendo agricultor, un ganadero o un comerciante informal, señalan. Lo que pasa es que la labor es peligrosa y las ganancias son mínimas, comparando lo que se arriesga con lo que se obtiene.
Y es que para los pescadores conseguir un crédito para hacerse de un motor nuevo o una barca decente se necesita pasar por una burocracia tremenda. Al tener pocos de ellos una propiedad, no pueden signar un convenio para conseguir un préstamo suficiente que mejore sus condiciones económicas a futuro. En este lado, los apoyos gubernamentales son tradicionalmente escasos, pero incluso los préstamos bancarios son difíciles de conseguir. Sin un ingreso fijo asegurado, no existe la seguridad de poder pagar una deuda.
Algunos de ellos señalan que prefieren pescar de manera independiente porque ni siquiera pueden costear los trámites para solicitar un permiso oficial de pesca de camarón o almeja, y los trámites para pertenecer a una cooperativa pesquera son demasiado complicados. Ante la maraña burocrática en México, optan por salir a pescar como se hacía hace siglos: amparados en la suerte y la pericia. Exponiéndose a peligros y sin gozar de un seguro social que los ampare en caso de accidente.
Conseguir un permiso del gobierno mexicano puede llegar a costar entre 10 o 20 mil pesos, tomando en cuenta el trámite y el traslado a las oficinas oficiales. Contando con un salario menor a los 80 pesos diarios, una cantidad así es imposible de reunir en una sola exhibición.
Las personas dedicadas a la pesca en México “son las más desprotegidas y pobres. Su trabajo es arriesgado porque pescan en naves muy frágiles y no dependen de instrumentos de navegación. Muchos no saben nadar, tampoco usan equipo de rescate y unido a esto tiene una gran desconfianza en el servicio del guardacostas”, comenta la antropóloga Graciela Alcalá. El riesgo aumento en las temporadas de marea alta o con la llegada de tormentas tropicales, tan comunes en las costas mexicanas.
En resumen, los mariscos mexicanos continúan conquistados los menús de los principales restaurantes de América y el mundo. Las alabanzas a los productos marinos mexicanos siguen en aumento y, mientras los banquetes presidenciales rebozan en camarones, jaibas, pescados y cangrejos mexicanos, los pescadores viven en casas de cartón y con salarios tristes que no mejoran bajo ninguna presidencia.
Mira toda la investigación realizada por Aristegui Noticias y dataMares.