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El PRI cuenta cómo planea mantener la presidencia en medio de una crisis de credibilidad

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Son el partido que más problemas tiene para nombrar a un sucesor para sentarse en la silla caliente que dejará pronto Enrique Peña Nieto. El PRI es la fuerza política más antigua de México y también la que menos fans tiene en el país. Entre escándalos de corrupción, impunidad, tráfico de influencias y desvío de recursos, la fuerza que gobernó al país durante ochenta años es una de las menos populares en las próximas elecciones.

Para su fortuna, los demás partidos también la están pasando mal. El PAN no tiene forma y los escándalos sobre su líder se acrecientan a diario. El PRD, que en su momento llegó a ser favorito a la presidencia, ahora tiene que recurrir a alianzas con enemigos para poder salir menos golpeado el próximo año. Por eso es por lo que el PRI ha mantenido la elección de su candidato en total privacidad.

Y es que no hay un favorito. El presidente no quiere hablar del tema y muchos creen que se debe a que ya designó, vía “dedazo”, a su amigo Antonio Meade. Para los demás, el método de elección del candidato tricolor, si es que se logra de manera más legal posible, tampoco es muy abierto que digamos.

El PRI utilizará “la vieja confiable”, es decir, el método que ha usado por años. La elección del candidato a la presidencia se hará en una convención de delegados. Esto cierra la puerta totalmente a que los militantes priístas repartidos en todo el país puedan elegir al candidato ideal en un método que sonaría más democrático. Pero así lo anunció su líder, Ochoa Reza, sin un interés por saber la opinión de sus militantes.

Para muchos dentro de este partido, el método de los delegados es solamente una simulación que encubre el dedazo presidencial. Y es que hay que entender quiénes conforman esa convención de delegados. Básicamente son personas y grupos cercanos al presidente y entre sus opciones reales solamente se encuentran las personas con las que Peña se ha sentido cómodo durante estos cinco años de mandato. Gente como Aurelio Nuño, secretario de Educación; Osorio Chong, actual secretario de Gobernación; José Narro, líder de la secretaría de Salud y el favorito y con imagen más limpia, Antonio Meade, director de Hacienda.

Se viene una elección complicada para el PRI

Lo que se viene no es una elección sencilla, como en otras ocasiones. Este 2018, México vivirá las elecciones presidenciales más competitivas en la historia reciente del país. Serán 88 millones de mexicanos los que votarán a más de 3,400 funcionarios públicos en todo el país. Entre ellos, la cabeza del poder ejecutivo por un periodo de seis años, hasta 2024. Así que el PRI se toma con toda cautela la elección ante un rival difícil como López Obrador que juega como el favorito a la presidencia desde hace un par de años.

Para ser el candidato ideal del PRI la receta es compleja. Peña ha señalado que el elegido por su partido deberá cumplir ciertos requisitos. “Por lo menos dos atributos importantes de quien resulte abanderado del partido: uno, que sea alguien que tenga una visión clara del México que quiere construir y al que quiera aportar, que haya claridad en la visión de hacia dónde va el país y cómo debe caminar y avanzar para llegar a mejores condiciones. Y dos, un perfil evidentemente de una conducta y una trayectoria honesta, limpia, de reconocimiento y de prestigio, porque creo que eso hará que el PRI tenga un candidato altamente competitivo”, señaló el mandatario.

El tiempo se agota y los líderes del partido tricolor no se ponen de acuerdo. Entre reuniones privadas y mensajes alentadores, el PRI tiene hasta el 15 de diciembre para designar a la persona que buscará continuar con el trabajo de Peña Nieto. Mucha de la dificultad para encontrar a la persona ideal proviene de la propia administración peñista. Tanto él como los personajes de su gabinete se han encargado de hacer totalmente impopular al partido, además de verse inmersos en escándalos de nepotismo, declaraciones desafortunadas y falta de conocimiento en sus áreas.

Los propios escándalos de Peña han sido claves para hundir a su partido en una crisis de popularidad. Ya no se vota por el PRI como antes, la gente tiene mucha más oferta y en estas elecciones los candidatos independientes serán una enorme piedra en el zapato para los partidos tradicionales. Además, desde dentro del PRI muchos políticos no están de acuerdo en esta forma de elegir a su candidato presidencial.

Un movimiento proveniente del sur del país, convocado por la priísta Ivonne Ortega, busca abrir la votación a todos los militantes del partido. La yucateca propone no cerrar las puertas a las personas que conforman la base del PRI nacional y lanza una crítica total a su líder Ochoa Reza por blindar la votación solamente a los de más jerarquía en el partido.

Por otro lado, sus partidos aliados no están del todo a su lado. Al contrario de pasadas elecciones, el Partido Verde Ecologista de México y el partido conservador Encuentro Social, están coqueteando con otras fuerzas políticas. El PVEM, conocido como el hijo menor del PRI, mantiene un silencio absoluto sobre si decidirá ir en mancuerna con el PRI a la candidatura presidencial del 2018. Mientras tanto, Encuentro Social ya está en pláticas con el Frente Ciudadano (PAN-PRI) para ver si opta por abandonar al PRI y dejarlo solo.